Un nuevo informe publicado hace unos días por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) acaba de confirmar –con estadísticas– lo que la “sensación” popular ya sabía: 2023 fue el año más cálido de todos los que tenemos registro.
Además, también se incrementaron otros fenómenos extremos que caracterizaron el año pasado: sequías, olas de calor, lluvias intensas y crecidas de ríos que socavaron el desarrollo económico de prácticamente todos los países de América Latina.
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Saulo destacó que “desafortunadamente, en 2023 se batieron los records de peligros climáticos debido a las particulares condiciones de “El Niño” que impulsaron el calor medio a niveles sin precedentes y exacerbaron otros fenómenos.
En el flamante “paper”, se destacan varios datos llamativos:
- Temperatura: la temperatura media de 2023 fue la más alta de la que se tiene constancia. En concreto, se la vio 0,82 °C por encima de la media del período 1991-2020 y 1,39 °C por encima del valor de referencia del período 1961-1990. El país que experimentó el ritmo de calentamiento más rápido de la región, con alrededor de 0,3 °C por cada decenio, entre 1991 y 2023, fue México.
- Lluvias: en cuanto a las precipitaciones: la transición de La Niña a El Niño provocó un gran cambio en la distribución de las precipitaciones, ya que muchas zonas pasaron de sufrir sequías causadas por “La Niña” a padecer el fenómeno opuesto, como en Brasil, situación que parece aún vigente con las inundaciones por las lluvias que afectan la zona de Río Grande y la “bajada” de las aguas que provocaron una importante cantidad de evacuados en ciudades argentinas del Litoral, como Concordia.
Inundaciones en el Litoral
Según explicó Viviana Zucarelli, ingeniera en recursos hídricos e investigadora de estos temas en la Universidad Nacional del Litoral, “las inundaciones se dan por causas naturales y antrópicas (acción humana). Lo que comprobamos es que se están registrando eventos extremos cada vez más frecuentes, intensos y localizados. Por ejemplo, en el sur de Brasil donde cayeron 500 milímetros en una semana, cuando el promedio es de 1200 mm. Por otra parte, está la contracara: sequías que pueden durar hasta de tres años, debido a un “Niño” extremo”.
Para esta experta, otras causas antrópicas agravan estos fenómenos climáticos recientes. Por ejemplo, la creciente urbanización que —sin ningún orden— “impermeabiliza” el suelo con asfalto y lo hace menos permeable. También el hecho de que, sin estudios, se fundan barrios enteros en zonas de humedales cercanos a los ríos. O directamente dentro de lo que, se sabe, conforma el “valle de inundación” y que no debería ser habitada ni construida. “Ese espacio es esencial para que los ríos se “explayen” en forma natural, con las crecidas”. Suma también el cambio de usos del suelo, como bosques que se talan, y tierras que se emplean en agricultura, lo que genera que el suelo reduzca su capacidad de absorción.
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Finalmente, también suele darse una falta de obras de defensa planificadas, que sirven para mitigar estos fenómenos y sus consecuencias sobre la sociedad. O, directamente, si hay defensas estas están mal mantenidas.
“Es clave revertir y planificar, porque los modelos climáticos indican que todas estas circunstancias tenderán a agravarse en el mediano plazo”, concluyó la experta.
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