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8 de cada 10 escuelas de Argentina empiezan las clases antes de que salga el sol

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Sueño. Por razones biológicas relacionadas con el crecimiento físico y cognitivo, todos los adolescentes necesitan dormir al menos 8 horas
Sueño. Por razones biológicas relacionadas con el crecimiento físico y cognitivo, todos los adolescentes necesitan dormir al menos 8 horas

En la Argentina, el turno mañana de las escuelas secundarias comienza –en promedio– a las 7.31, un horario que se mantiene desde hace décadas. Y eso pese a que se amontonan las evidencias que alertan sobre que comenzar tan temprano genera un impacto negativo en el rendimiento académico y también en la salud adolescente. Estos datos surgen del Primer Mapa Nacional, que acaba de ser publicado.

Claro que no por ser “tradicional” es correcto. De hecho, muchos expertos en temas de sueño y desarrollo proponen cambiarlo, ya que a esa hora la atención cerebral de los chicos no está todavía bien “despierta”, y eso parece tener su parte de influencia en el deterioro y el bajo rendimiento escolar que muestran las pruebas educativas tomadas año tras año.

“Este es el primer informe de este tipo que se realiza en nuestro país y es una herramienta importante para poder entender mejor el impacto del horario de inicio escolar durante la adolescencia”, le dijo a PERFIL María Juliana Leone, profesora invitada del Área de Educación de la Universidad Di Tella e investigadora asociada del Centro de Políticas Públicas (CEPE) de la misma entidad.

Algo llamativo es que, si bien los datos sobre esta situación en el país existían en forma dispersa, no había un espacio que los consolide y que sirva para establecer conclusiones y elaborar políticas. Es que cada jurisdicción, incluso a veces cada escuela, tiene potestades para fijar su horario de inicio de clase. Vale recordar que el registro indica que hay más de 13 mil escuelas secundarias en el país.

Leone, que realizó esta investigación junto a Pablo Jerez, del Instituto Nacional de Educación Tecnológica, le destacó a este diario algunos de los puntos sobresalientes del trabajo que publicaron y detalló cómo podrían usarse como un insumo para poder mejorar las políticas educativas de todo el país. Entre los hallazgos destacaron los siguientes:

◆ El horario de inicio “promedio” del turno mañana de las escuelas de nivel secundario de Argentina es a las 07.31.

◆ El 83% de las escuelas del país con turno mañana comienza sus clases antes de las 08.00 de la mañana.

◆ El horario de inicio del turno mañana varía en cada provincia y, lógicamente, se asocia con la ubicación geográfica. Sin embargo, la realidad es que –en muchas regiones– el turno matutino comienza, durante buena parte del ciclo lectivo, cuando todavía es de noche.

◆ A tal punto ocurre esto, que en el total del país el timbre suena cuando todavía es de noche un promedio de 85 días por ciclo escolar. Incluso, en algunas jurisdicciones, “empieza de noche”, más de cien días de cada ciclo.

Cronotipos y horarios de inicio de clases

Según recuerda el paper, dormir “bien” implica cumplir con tres ítems. Dormir una cantidad suficiente de horas, que es algo que varía con la edad: un adolescente necesita como mínimo ocho horas, mientras que un adulto requiere de siete. Además, es clave tener una buena calidad del sueño (que sea continuo y no fragmentado) Y, finalmente, respetar horarios apropiados, durmiendo durante la noche y no durante los períodos de intensa luz solar, manteniendo rutinas estables entre días hábiles y días libres, y alineadas con nuestro horario interno o cronotipo.

Leone resumió la situación detallando: “Tenemos a los adolescentes, que suelen ser nocturnos, y que es algo que particularmente se incrementa en la cultura argentina en la que, por ejemplo, cenamos muy tarde. Por el otro lado, en la adolescencia, los chicos entran a la escuela por la mañana, muchas veces cuando todavía es de noche, en un horario que contribuye a reducir las horas de sueño necesarias”.

Los chicos entran a la escuela muchas veces cuando todavía es de noche, en un horario que contribuye a reducir las horas de sueño necesarias

Esto se agrava con otros datos objetivos. Por ejemplo, los horarios de entrada a las escuelas son bastante similares, pese a que un establecimiento esté localizado en una provincia del este del país, o en el oeste, sobre la cordillera de los Andes, a casi 1.500 de kilómetros en materia de longitud geográfica.

Estos datos son “promedio”. Entonces, hay provincias, como Santa Fe, donde la mayor parte de sus escuelas empiezan las clases antes de las 7.15.

Comparaciones con otros países

¿Qué pasa en otros países? “Hay diferencias”, cuenta Leone. “Por ejemplo, sabemos que en EE.UU. –en promedio– las clases del turno mañana en el ‘secundario’ empiezan a las 8.00. Y en varios países de Europa pasa lo mismo, incluyendo a algunos que muestran los mejores índices de rendimiento escolar”.

Lo interesante es que, cuando el turno comienza más tarde, se comprueban varios cambios positivos. Entre ellos, mejoras en el rendimiento académico, tasas de ausentismo menores, tasas de graduación más altas e –incluso– caída en la tasa de accidentes viales en esa franja.

En definitiva, los investigadores sugieren que una de las herramientas posibles para mejorar el rendimiento escolar es que las jurisdicciones ajusten sus horarios de inicio para que los adolescentes no comiencen sus clases de noche.

Y la otra recomendación general es que la Argentina finalmente recupere su huso horario geográfico natural.

“Hoy Argentina adoptó y sigue el huso horario -3. Pero por la longitud en el planeta nos corresponde el -4. Ya si lográramos este cambio natural, las clases de los secundarios, de casi todo el país, comenzarían bajo la luz solar.

La biología de noche y de día

“Desde la biología, sabemos que durante la adolescencia las personas nos volvemos más ‘nocturnas’ por varias razones. Por otro lado, en Argentina nuestra cultura es particularmente nocturna, y no solo entre los adolescentes, sino entre los adultos en general, hasta por cuestiones sociales”, contó Leone. Y explicó que “eso hace que en ese período vital se duerma ‘poco’”. ¿En qué influye esa circunstancia? En varios aspectos relativos a la salud, pero también tiene una influencia en el rendimiento escolar.

Según los estudios disponibles en este rubro, muchos de estos chicos que van al turno mañana duermen menos de seis horas en promedio y padecen altos niveles de lo que se llama “jet lag social”.

Para los expertos, hoy contamos con “muchísima evidencia científica que demuestra que dormir poco y tener altos jet lags sociales o atravesar horarios diferentes, no regulares, entre días libres y días hábiles, impacta el rendimiento cognitivo académico. Y no solo eso, sino que también deteriora la salud. Hay una cantidad de trabajos que muestran que ese déficit crónico de sueño tiene impacto en la salud mental. Y hay una asociación entre dormir poco y problemas asociados al humor, y a las enfermedades crónicas, entre otras.

Enrique Garabetyan

Estos contenidos se ilustran con imágenes tomadas por un dispositivo Motorola G75