(Enrique Garabetyan) En paralelo al aumento de casos de coronavirus -se confirmaron más de 9800 en todo el mundo, la mayoría en China- y mientra la lista de fallecidos alcanzaba los 213 casos, también comenzaron a crecer las restricciones al movimiento de personas que podrían ser portadoras. Así, a las ciudades chinas en cuarentena, se sumó ayer EE.UU cuando -con la intención de contener la epidemia- sus autoridades de salud determinaron que 195 repatriados desde el epicentro del brote, en Whuan, permanezcan aislados por 14 días en una base militar.
Por su lado, tras varios días de discusiones técnicas, esta semana, ante la cantidad de casos causados por la cepa bautizada “2019-nCoV“, la OMS declaró la “Emergencia Global en Salud”. Y ayer varios países, incluyendo EE.UU. y Argentina, recomendaron a sus ciudadanos “no viajar a China en este momento, de no ser algo necesario e imperativo”. Con ese objetivo las aerolíneas Delta y American Airlines se sumaron a otras empresas y suspendieron sus vuelos directos al país oriental.
Sin embargo este tipo de medida no ha sido, por ahora, avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que todavía sostiene que “las restricciones de viajes pueden causar mayores daños ya que favorecen el ocultamiento de información y afectan el comercio y provisión de, incluso, insumos medicinales”.
En paralelo a los brotes, también avanzó en forma veloz el conocimiento científico sobre este virus. Según dijo Osvaldo Teglia, profesor de infectología en la Universidad Austral, “esta epidemia es diferente de la anteriores porque hemos podido seguir su evolución casi en tiempo real. Incluso, en tiempo récord, los científicos pudieron identificar el virus y completar su análisis genómico”. Según este experto, “hasta ahora todo indica que se trata de un tipo de baja patogenicidad si se la compara con su antecedente más directo, el SARS, aunque sí podría resultar ser de mayor contagiosidad”. Respecto a los fallecimientos, según Teglia, hasta ahora la mayor parte ocurrieron en personas que ya padecían algún tipo de déficit inmunitario o alguna enfermedad compleja de base, como diabetes.
Por su parte, Gerardo Laube, miembro de la sociedad argentina de infectología y profesor en la Fundación Barceló, comentó que “aunque no se puede predecir como evolucionará la cantidad de afectados, lo cierto es que en base a las precauciones, aislamientos y controles globales es posible pensar en que que se pueda controlar el avance de la epidemia”.
En el caso de Argentina, “la situación es, por ahora, de bajo riesgo. En parte porque estamos en verano y hay un menor hacinamiento, lo que dificultaría la transmisión del virus. De todos modos no se puede descartar que en el futuro cercano se identifique algún paciente en nuestro país y ya hubo un puñado de casos en los que se activaron los protocolos aunque luego se descartaron”.
Justamente, para manejar esas eventuales situaciones, los expertos recomendaron que todos los integrantes de los sistemas de salud tanto público como privado, deben estar alertas ante cualquier sospecha de caso con los síntomas de esta patología. “Es necesario que ya desde la guardia se activen y se sigan los pasos y acciones que recomiendan los protocolos internacionales y la OMS“.