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Científicos argentinos se suman a la carrera por una vacuna contra el coronavirus

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Equipo de investigadores
Un equipo de científicos argentinos en busca de una vacuna contra el coronavirus.

Apelando a una idea original, expertos del Conicet y la Unsam comienzan con la fase preclínica rumbo a una vacuna oral. Sería fácil de conservar y simplifica la vacunación.

Ya es un lugar común decir que “se sabe poco del coronavirus” y que hace apenas cinco meses fue identificado por primera vez como el responsable de infecciones y muertes. Sin embargo, los expertos se siguen sorprendiendo ante el hecho de que -aunque todavía no pasaron 180 días desde que se conoce su genoma- ya hay en desarrollo 115 vacunas diferentes. Entre estas figura una idea que están desarrollando científicos del Conicet que acaban de ganar un subsidio de US$ 100 mil otorgados por la Agencia para la Investigación que depende del Ministerio de Ciencia.

Bajo la coordinación de la doctora Juliana Cassataro, que integra a un equipo de expertos de la Universidad de San Martín (Unsam), ese dinero será usado para desarrollar una idea original en el rubro de la prevención contra el coronavirus.

“La nuestra sería la primera iniciativa de desarrollar una vacuna de este tipo en toda América Latina. Y avanzamos con un concepto nuevo, por ahora completando la fase de estudios preclínicos”, explicó Juliana Cassataro, que también es profesora del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la UNSAM. Su equipo está tratando de combinar varias proteínas y antígenos del Coronavirus con otros compuestos que ya lograron poner a punto en su laboratorio y que, incluso, están patentados internacionalmente.

“Ya probamos con éxito en formulaciones orales contra otros patógenos en ratones y en aves de corral. Por lo que sabemos hasta ahora nuestros productos logran una combinación que puede desatar un tipo de inmunidad efectiva para el coronavirus, ya que provoca en el sistema inmune la creación de anticuerpos IgA, que -además- se generan en el mejor lugar del cuerpo: las mucosas respiratorias. Estas moléculas también lograron generar linfocitos T-helper 1 y T CD8″. La investigadora agregó otro detalle clave: «para nuestra formulación pensamos utilizar antígenos de las cepas y de linajes virales específicos del SARS-CoV-2 que circulan en Argentina y que fueron secuenciados en el Malbrán”.

Finalmente, si la vacuna resultante, además de ser efectiva, pudiera suministrarse en forma oral, sería un bonus track, porque eso facilitaría la distribución y el proceso de vacunación».

Opciones
Según esta experta en inmunología desde los laboratorios globales se plantearon cuatro estrategias biotecnológicas diferentes para desarrollar esta vacuna: trabajando con virus inactivados (como la vacunas para Hepatitis A y para la rabia); basadas en adenovirus; partiendo de ADN, diseñadas en base a ARN viral. A estas cuatro plataformas que están en fase I/II, la semana pasada se agregó una quinta, con candidatas hechas en base a proteínas recombinantes o de subunidad, como las actuales contra el HPV o la hepatitis B.

Cada una de estas opciones tiene ventajas y desventajas, incluyendo la seguridad para la persona que la va a recibir; la novedad tecnológica o dificultades para producirlas en la cantidad necesaria y garantizar su accesibilidad.

Si apostamos a más opciones, más probabilidades tendremos de tener una, o varias, que sirvan

“Ese no es un tema menor porque los expertos de la OMS hablan de que necesitaríamos fabricar al menos 1.000 millones de dosis en el menor tiempo posible”, dijo la experta de la UNSAM. Por eso es muy bueno que haya varias opciones en desarrollo, porque además de no poder saber cuál funcionará y cual no, también es posible tener más opciones para fabricar las exitosas. Eso explica, también, que la OMS tenga registrados no menos de 115 proyectos diferentes”, enumeró la experta. “Algunas podrán ser muy eficientes y otras no tanto. Pero la idea es que si apostamos a más opciones, más probabilidades tendremos de obtener una, o varias que sirvan”.

Finalmente, Cassataro advierte sobre la ansiedad para tener resultados concretos. “Es increíble todo lo que avanzamos en muy poco tiempo. Pero no podemos afirmar categóricamente que en 12 ó 18 meses tendremos una vacuna. Me encantaría, pero la ciencia avanza de otra manera. Vacunas vamos a tener. Pero no antes de probarlas en miles de personas, de estar seguros que no causan más daños que los que previenen y que son efectivas para protegernos”. Y concluyó: “¿Cuándo llegará? Todavía no podemos saberlo con certeza”. 

Máxima velocidad
Entre las más de 100 candidatas globales -hasta ahora todas las iniciativas se asientan en laboratorios y empresas de China, EE.UU. o Europa- al menos diez ya llegaron a la Fase I, con ensayos en personas. Algunas, incluso, alcanzaron la Fase II, algo totalmente inédito en la industria farmacéutica, donde esos tiempos se suelen medir en lustros y hasta décadas. En este fenómeno de salud pública también es inédito la cantidad de dinero que se está invirtiendo en estos desarrollos. Cifras del orden de los US$ 400 millones en EE.UU apostados a una empresa de biotecnología hace unas semanas. O, como hace unos días, cuando el propio gobierno británico destinó 93 millones de libras a la construcción del primer centro dedicado a la fabricación e innovación de vacunas del Reino Unido.

¿Por qué es tan importante llegar a tener una vacuna efectiva lo antes posible? 
“Porque es la única manera de lograr que la población tenga defensas adecuadas para esta enfermedad sin pagar costos altísimos en vidas”, comentó Cassataro. “Por ejemplo, en Francia y en España murieron más de 27 mil personas y se estima que apenas entre el 4 y el 5 % de toda su población logró cierta inmunidad contra el coronavirus. Para alcanzar lo que se denomina «inmunidad de rebaño” esa protección debería abarcar a más del 60 % de la gente. Llegar sin una vacuna tendría un costo inconmensurable”, agregó.

¿Al alcance de todos?
Una de las grandes barreras que deberán superar las futuras vacunas no es inmunológica sino industrial y económica: que lleguen a todas las personas que la necesitan, en forma accesible y en el menor tiempo posible. No es un tema menor, y la misma OMS se preocupó por el tema: “tenemos que impulsar la vacuna y que todo el mundo tenga acceso” dijo el director general de la OMS, Tedros Gebreyesus. Y agregó: “el mundo la necesita y rápido. Experiencias pasadas nos han enseñado que incluso cuando existen, no han estado disponibles igualmente para todos. No podemos permitir que eso ocurra”, sostuvo. Los problemas son varios. Desde quien tendrá la patente de estas moléculas, al costo a la que se comercializará y que grupos de personas o naciones tendrá prioridad para ser vacunado con las primeras partidas producidas. (Por Enrique Garabetyan)