Los recientes avances en el desarrollo y la prueba de vacunas de origen vegetal han reavivado el interés por los productos farmacéuticos de origen vegetal para uso humano, incluidos los medicamentos comestibles.
Los avances en tecnología y fabricación podrían impulsar la adopción de terapias elaboradas de esta manera, según afirman Hugues Fausther-Bovendo y Gary Kobinger en este artículo de Perspective.
Las proteínas terapéuticas como vacunas, anticuerpos, hormonas y citocinas se producen generalmente en bacterias o sistemas eucariotas, entre ellos huevos de gallina y cultivos de células de mamíferos o insectos.
En 1986, los científicos propusieron el uso de plantas para la producción de estas proteínas. Este proceso, denominado “cultivo molecular”, puede requerir menos recursos, ser menos costoso y resultar una fuente menos probable de contaminantes.
Hasta el momento, únicamente se ha aprobado una proteína terapéutica de origen vegetal para uso humano (en 2012, para la enfermedad de Gaucher). En 2019, una vacuna de fabricación vegetal contra el virus de la gripe superó los ensayos clínicos de fase 3 con resultados prometedores y, en la primavera de 2021, comenzaron los ensayos de fase 3 para una vacuna de fabricación vegetal contra el SARS-CoV-2.
Fausther-Bovendo y Kobinger destacan varias ventajas de las proteínas producidas por plantas para el desarrollo de vacunas, mencionando en particular la fuerte respuesta inmune que pueden generar los componentes vegetales de las partículas similares a virus en las vacunas, un fenómeno que puede reducir la necesidad de adyuvantes.
Fausther-Bovendo y Kobinger afirman que también es interesante considerar las terapias de origen vegetal en la administración por vía oral, puesto que pueden requerir un procesamiento mínimo, lo que posiblemente permita omitir pasos costosos y que consumen mucho tiempo en el proceso de fabricación.
En cuanto a las vacunas comestibles, los autores señalan que también se encuentran en desarrollo, si bien todavía en etapa preclínica. En comparación con las pruebas de concepto de vacunas comestibles realizadas hace décadas, que generaron respuestas inmunitarias débiles, las nuevas vacunas comestibles de fabricación vegetal ahora podrían generar respuestas inmunitarias más potentes gracias a las mejoras en la tecnología.
Dado que las dosis terapéuticas son mucho más elevadas que para las vacunas, la inversión en infraestructuras de fabricación deben aumentar a fin de lograr una producción a gran escala de productos terapéuticos vegetales, concluyeron Fausther-Bovendo y Kobinger.
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