- Sigue siendo básicamente un emprendimiento familiar.
- El kiosquero desarrolla una relación de alta confianza con sus clientes y vecinos.
- El kiosco barrial sigue siendo la principal boca de consumo de productos por “tentación”.
El kiosco de barrio es un ícono argentino y pocos negocios reúnen sus características: suelen ser emprendimientos familiares, usualmente atendidos por sus dueños, a veces por generaciones. Están abiertos en horario extendido y ofrecen las tradicionales golosinas, pero vienen sumando otros alimentos y artículos de limpieza. Además, en muchos casos son negocios que siguen “fiándole” al cliente y ofreciendo un espacio amable de conversación. Pese a todo, es un rubro en pleno cambio, que ya ofrece nuevos servicios. Estas son algunas de las conclusiones de un reciente estudio de consumo que entrevistó a 500 personas para hacer una “radiografía” del kiosco argentino y su actual lugar en el consumo familiar y social.
“Se calcula que en Argentina hay unos 110 mil kioscos, uno cada 400 habitantes. O sea una de las tasas más altas del mundo. Es un canal ‘pequeño’ pero importante, que se mantiene entre ciclos económicos y que sigue ‘sacándonos’ de apuro a cualquier hora, tanto para compras programadas como para la tentación del producto por impulso”, explicó Constanza Cilley, directora de la consultora Voices! y autora del estudio. El dato más relevante es el inicial: el 90% de los argentinos compra en kioscos y siete de cada diez lo hacemos semanalmente. Del otro lado, apenas el 4% de los encuestado dijo: “Nunca realizó compras en kioscos”.
¿Qué lleva a esa apabullante mayoría de compatriotas a esta opción que en muchos países prácticamente no existe? “Hay varias razones. Por ejemplo, el 90% de nuestros kioscos es básicamente atendido por el dueño y su familia. Son negocios que suelen estar en un mismo lugar por años y años, lo que facilita establecer una relación sólida con el cliente”, contó Adrián Palacios, vicepresidente de la Unión Kiosqueros de la República Argentina (UKRA). Palacios, que es dueño de un kiosco familiar desde hace décadas, sumó que “suele armarse una relación de confianza: hay vecinos que le dejan al kiosquero la llave de su casa para que se la dé a un familiar. Y otros compran algo pero lo dejan acá para que luego se lo demos a su hijo”.
Esta confianza aporta a la fidelidad del cliente: la investigación resaltó que el 68% dijo estar de acuerdo con la idea de “ir siempre al mismo kiosco”. Obviamente, en esta elección juega la “cercanía” (69%) como la principal razón de elegirlo por sobre otras opciones. Pero también se menciona la “practicidad” (40%), y un 12% menciona explícitamente la “relación con el kiosquero”.
Otro dato llamativo que surge de la encuesta es que casi la mitad de los argentinos se considera heavy shopper de kioscos. “El 46% de los consultados contestó que compra en este negocio más de cuatro veces por semana”, contó Cilley. Y el perfil muestra que estos suelen ser varones (53% vs. 39% de mujeres); de ingresos bajos (57% vs. 35% de otros grupos sociales) y jóvenes (el 57% son personas de 25 a 34 años).
Cash
Pese a que los kioscos se aggiornan y ofrecen nuevos servicios, algunas cosas siguen como antaño: por ejemplo el uso de efectivo. Palacios, que también es directivo de la Confederación Latinoamericana de Kioscos y Almacenes, asegura que “el cash sigue siendo el rey. El 60% del rubro ya trabaja con billeteras virtuales, pero el 95% de las transacciones sigue realizándose con billetes y monedas”.
De todos modos, el futuro del kiosco pasa por una ampliación de los productos y servicios que ofrece. Para Palacios, “una posibilidad es que sumemos más ofertas relacionadas con la logística, recibiendo y despachando paquetes relacionados con el comercio electrónico, aprovechando incluso que muchas veces tenemos refrigeración, si es un producto perecedero. Otra cosa que viene son las heladeras inteligentes, que se abren cuando el cliente paga con código QR, lo que agiliza la compra. Obviamente, también habrá cada vez más oferta para pagar servicios y cargar tarjetas tipo SUBE”.
Otro elemento que asegura la vigencia de este rubro es lo incorporado que está a lo cotidiano de la familia argentina. De hecho, ahí juega la importante proporción de argentinos que “charla” con el kiosquero. De hecho, uno de cada tres clientes afirma que puede hablar temas banales como el clima o los precios, pero el 14% dijo poder mantener largas charlas y que lo considera “alguien de mi confianza”. Es, en definitiva, un negocio de puertas abiertas –a veces literalmente sin ellas– que facilita entablar una relación cercana. Algo que explica por qué el 50% de los consultados afirma que el kiosco es un verdadero “ícono” argentino.
De golosinas a limpieza
La oferta de los kioscos los lleva a estar cada vez más “inmiscuidos” en las compras cotidianas de los argentinos, explica el reciente Informe de Mercado publicado por la consultora Voices! Y si bien históricamente los productos más solicitados en kioscos siguen siendo las golosinas, los chocolates, las galletitas y las bebidas sin alcohol, desde 2018 viene aumentando la compra de productos no tradicionales, como lácteos. Pero también se suman productos no tradicionales para este canal de comercialización, como artículos de limpieza y cuidado personal. Además, la pandemia generó otro fenómeno: el uso del chat y el WhatsApp, que se disparó durante el aislamiento. Eso hizo que el kiosquero “ofreciera” su número a sus clientes y ahora pueda recibir sus pedidos por teléfono, prepararlos y hacer un “delivery” artesanal a domicilio. Los varones prefieren comprar bebidas sin alcohol, golosinas y chocolates, galletitas, alimentos y productos envasados, y snacks. Las mujeres, en cambio, van sobre todo por golosinas y chocolates, galletitas, bebidas sin alcohol, snacks y lácteos.