- Un informe del Observatorio de Tendencias que funciona en la Universidad Siglo XXI reveló que el estrés crónico, o “burnout”, afecta a cada vez más habitantes de nuestro país.
- Y eso también impacta sobre la felicidad y el bienestar.
No parecen buenos tiempos para vivir en Argentina, al menos en temas de estrés y de felicidad: dos estudios presentados esta semana por investigadores del Observatorio de Tendencias de la Universidad Siglo XXI muestran alzas y caídas. Por un lado aumenta la cantidad de habitantes que afirman sentirse laboralmente “quemados”. Y, por el otro, más del 60% de los consultados afirma estar disconforme con su situación actual, rubro que correlaciona con la felicidad.
“El burnout es un síndrome que aparece ante la exposición de las personas a una situación de estrés crónico y agudo. Y es un parámetro que venimos midiendo –por medio de encuestas anuales– desde 2018”, explicó el doctor Luis Morera, director del Observatorio de Tendencias Sociales de la Universidad, y uno de los autores de la investigación.
El especialista explicó que esta situación se investiga por medio de preguntas que logran medir, entre otras cosas, el agotamiento personal de las personas, algo que excede al simple cansancio diario.
“En la encuesta de este año, hecha sobre un grupo representativo de 1.050 habitantes de todo el país, el 32% nos contestó que al fin del día se siente tan exhausto que le resulta imposible participar de otras actividades. Y el 24% sumó otro dato: que no logra relajarse al finalizar su día laboral y eso le dificulta iniciar una nueva jornada”, contó Morera.
Según los expertos, al analizar estas situaciones por edades, el grupo que va de 50 a 59 años tiene, todavía, un nivel de burnout ligeramente superior a los otros grupos etarios.
Esto no es un tema sin importancia porque esta situación se asocia con consecuencias directas sobre la salud mental de las personas (por ejemplo, mayor riesgo de depresión y de ansiedad). Y también aumenta las probabilidades de desarrollar afecciones físicas concretas, como las cardiovasculares.
Otro punto llamativo que mostraron los datos recientes del Observatorio es que el deterioro en la calidad de vida asociado al incremento de este fenómeno es algo que viene aumentando desde hace ya mucho tiempo. Al menos desde 2018. “Pero los niveles de estrés crónico que se alcanzaron este año se encuentran entre los más altos medidos en los últimos tiempos”.
La felicidad en baja
El concepto de felicidad se asocia con bienestar y con los propios juicios y evaluaciones sobre la satisfacción con la vida de la vida personal. Y los investigadores del Observatorio puntuaron estos parámetros por medio de diversas preguntas.
“Lo que estamos viendo en esta última medición es que los niveles de felicidad de los argentinos disminuyen respecto a los medidos durante 2023. Y, otra vez, son valores más bajos que los tabulados en los últimos años”, destacó Morera. En estos rubros, por ejemplo, los valores observados fueron un 3,5% más bajos que lo analizado el año pasado en ese mismo cuestionario.
El “burn-out” es una enfermedad y es más común de lo que se piensa
En concreto, solo el 50,7% de los consultados dijo sentirse satisfecho con su vida y apenas uno de cada tres (el 36,6%) dijo sentirse “Conforme” con cómo le está yendo en su cotidianidad.
Al abrir las respuestas y clasificarlas según la edad de los respondientes, los investigadores encontraron que prácticamente todos los grupos etarios registraron una disminución de sus niveles de felicidad en lo que va del año, excepto los más jóvenes. “Mientras los menos felices resultaron ser las personas de entre 50 y 59 años, a contramano de esta tendencia el grupo de personas de 18 a 29 años es el único que afirmó –este año– estar ‘más felices’ que en 2023”, explicó Morera.
Todo esto no son situaciones menores. Y no solo implican pensar en la salud pública sino que también afecta a la economía: “El bienestar emocional es crucial para el desarrollo de la población. Desde una perspectiva económica, el burnout y la baja felicidad no solo afectan la calidad de vida de las personas y la cohesión social, sino que también repercute sobre la productividad. Por eso esta problemática requiere una atención sostenida por parte de todos: sector público, privado, tercer sector y profesionales”, comentó el doctor en psicología Leonardo Medrano, secretario académico de la Universidad y experto en estas temáticas.
¿A qué técnicas se puede recurrir para revertir estas tendencias? Claramente es algo personal, pero sí se sabe que practicar el ocio creativo es un posible antídoto para contrarrestar estas situaciones. “No se trata de mirar redes o series de TV para relajarse, algo que se liga más con el ocio ‘pasivo’. Más bien es buscar cosas relacionadas con el ocio creativo, que nos permite desarrollar y adquirir mejores recursos para enfrentar el estrés y la ansiedad. Algo que, en definitiva, no permitirá ser más felices”, concluyeron los investigadores.
¿Menos grieta en las parejas?
En otra investigación social reciente, realizada sobre un universo de 1.250 personas, por el equipo del Observatorio Pulsar de la Universidad de Buenos Aires, especializado en estudios de opinión pública; los investigadores registraron una tendencia interesante: una disminución de las personas que permiten que las diferencias políticas afecten sus relaciones personales.
La pregunta concreta fue: ¿Usted podría estar en pareja con una persona que tiene ideas políticas opuestas a las suyas? El 69% contestó que sí. “Y esto”, según los expertos, “muestra una caída significativa de las personas que permiten que las diferencias políticas afecten a sus relaciones sociales. Este cambio sugiere que las diferencias a nivel personal podrían estar reduciéndose”. También podría estar sugiriendo una posible reducción de la polarización de la sociedad.
En la publicación los científicos sociales anotaron que “esto podría ser indicativo de una mayor apertura y tolerancia hacia las opiniones políticas diversas”.