- Un grupo de especialistas, profesores de la UBA e investigadores del Conicet están poniendo a punto nuevos “minicomprimidos” que pueden recetárseles a los chicos.
- Están diseñados para desintegrarse totalmente en la boca de los pacientitos, facilitando su toma sin generarle molestias al tragar.
- Aseguran que recibirán la dosis justa de medicación, al evitar el “cortar” en partes el comprimido tradicional, pensado para adultos.
- Además, varias de estas formulaciones actualmente no se fabrican en Argentina.
Como todo padre sabe, los chicos no son, apenas, personas “pequeñas”. Este concepto puede ser fácilmente olvidado, sobre todo con ciertas prácticas médicas como la administración de medicamentos. Algo que a un adulto no lo intimida –“tome esta pastilla cada 12 horas”– en los chiquitos puede hacer la diferencia entre recibir, o no, un remedio vital. Para facilitar la toma de ciertos medicamentos en este grupo etario, investigadores de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Buenos Aires, junto a profesionales del Hospital Garrahan, están desarrollando “minicomprimidos” pediátricos, que integran diferentes principios activos medicinales en un formato de medicamento que hoy no se fabrica en Argentina. Estas minipildoras están diseñadas para ser ingeridas en forma efectiva y segura por chicos pequeños o adultos con ciertas discapacidades o enfermedades que afectan la deglución.
“A veces los pediatras tienen que recetar dosis bajas de un medicamento, en formulaciones que no se comercializan y terminan pidiéndole al encargado de suministrar el medicamento que saque la pastilla del blister y la corte “a ojo”, en tres o cuatro partes para luego ir dándole esos “pedacitos” en los horarios indicados”, contó Fabián Buontenpo, profesor de la materia “Tecnología Farmacéutica” en la carrera homónima de la UBA. Buontenpo, que también trabaja en la farmacia interna del Hospital Garrahan, agregó que “con esta opción la cantidad apropiada del principio activo ingerido puede variar mucho. Y no podemos olvidar que hay medicamentos que requieren ser tomados en la dosis justa para no terminar provocanto efectos adversos por exceso o, por el contrario, no inducen ningún cambio positivo en la salud si son tomadas en cantidades subóptimas”.
Para tratar esta problemática trabajan varios grupos de científicos en el Centro de Investigación, Desarrollo y Control Farmacéutico (Cidec) de la Facultad de Farmacia de la UBA. “Hace ya más de una década que venimos diseñando formulaciones pediátricas especiales. Y en los últimos tiempos empezamos a desarrollar, con otros colegas del país, formulaciones orales sólidas novedosas. Si bien por ahora es en pequeña escala, queremos poder suministrar los minicomprimidos durante, por ejemplo, una internación hospitalaria”, explicó Silvia Lucangioli, titular de la cátedra “Tecnología Farmacéutica” y directora del Instituto de Tecnología Farmacéutica y Biofarmacia. La experta recordó que “hay muchas drogas que directamente no existen en formulación pediátrica o no están adaptadas a dosis adecuadas para niños. Y aunque algunos medicamentos se consiguen en suspensiones líquidas, también es muy útil tenerlas en forma de mini-comprimidos porque se trata de un formato más estable, que facilita su conservación y no necesita heladera. Además, las píldoras son más fáciles de manipular y administrar”.
Justamente para avanzar en estas investigaciones, los grupos de investigación de la Facultad de Farmacia recibieron subsidios por unos $ 30 millones.
Dosis mínima
A la hora de fabricar esta medicación pediátrica la dosis no es la única clave: como son para menores de seis años, también requieren otras características. Por ejemplo, que puedan disolverse por completo en la boca y así facilitar la deglución y posterior absorción metabólica. De esta forma aseguran que la toma no genere “atragantamientos” peligrosos o que dificulten recibir la medicación cotidiana.
Las investigaciones buscan poner a punto varios “minicomprimidos orodispersables”, de tres milímetros de espesor y hasta 30 miligramos de peso (seis veces menos que uno convencional).
Opciones
Como las buenas prácticas indican que deben ir probando pastilla por pastilla, ya tienen trabajos avanzados con un medicamento que hasta hace poco no existía en formulación para chicos. Es una terapia usada en el tratamiento de una patología rara, generada por la deficiencia de la coenzima Q10.
Otro estudio que completaron son los minicomprimidos de otra molécula discontinuada en Argentina y que solo se conseguía por importaciones: el trihexifenidilo, droga usada para el tratamiento de distonías musculares. Y, en los últimos meses, están avanzando con minicomprimidos de levotiroxina, utilizado para tratar el hipotiroidismo. “Se emplea en dosis muy bajas, de pocos microgramos. Y si bien las farmacias cuentan con pastillas, son formulaciones pensadas para adultos, no para pacientes pediátricos”, detalló Valeria Tripodi, investigadora del Conicet y también integrante de la cátedra de “Calidad de Medicamentos”.
En el futuro inmediato los científicos están planeando avanzar en el desarrollo de formulaciones pediátricas de medicamentos como el “ácido ursodesoxicólico”, que se usa en patologías hepatobiliares y pacientes trasplantados. Esta opción, por ahora, solo existe en cápsulas para adultos. Y en el mediano plazo piensan probar citrulina en formulación pediátrica, que se indica en el tratamiento de patologías metabólicas hereditarias relacionadas con los trastornos del ciclo de la urea.
Todo indica que, cada vez más, en los próximos tiempos se sumarán a los estantes de las farmacias nuevos minicomprimidos pediátricos “Made In Argentina”.
Dos metabolismos totalmente diferentes
“Los chicos no son adultos pequeños. Pero, muchas veces, al ser pensados como pacientes, se los toma como tal”, comentó la doctora Valeria Tripodi, investigadora del Conicet y una de las impulsoras de los minicomprimidos. Y Buontenpo detalló algunas diferencias: “los pequeños tienen otras formas y tiempos de absorción metabólica. Cuando se les indica una pastilla hay que recordar que su pH estomacal es diferente al de los adultos y sus concentraciones enzimáticas también son otras. En un neonato alrededor del 50% del peso es agua, mientras que en el adulto ese valor baja al 10 o 15%. Todo eso hace que la cantidad de principio activo absorbido por el organismo pueda variar muchísimo entre grandes y chicos”. Además, la industria farmacéutica concentra sus investigaciones en los mercados más atractivos. Y éste es el del adulto, ya que la cantidad de pacientes de entre 15 y 75 años de edad, que pueden necesitar una dosis de medicamento es exponencialmente mayor que el número de pacientes menores que podrían tomarlos. Esa es una de las razones por las que las investigaciones biomédicas no suelen hacer foco en pediatría.