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Cómo será el futuro de las máscaras faciales

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UNA DECENA DE EMPRESAS SELECCIONADAS ENTRE 1500 PROPUESTAS. APLICAN ADELANTOS DE CIENCIA DE MATERIALES Y ELECTRÓNICA.
UNA DECENA DE EMPRESAS SELECCIONADAS ENTRE 1500 PROPUESTAS. APLICAN ADELANTOS DE CIENCIA DE MATERIALES Y ELECTRÓNICA.
  • Lo que viene podrá verse en un concurso que premiará con 500 mil dólares nuevos modelos e ideas de protección personal.
Hasta el año 2019 eran, casi, un exotismo que se veía exclusivamente cubriendo la cara de alguna turista japonesa madura. O, algo asociado al ingreso a un quirófano o a la habitación de un paciente inmunosuprimido. Pero desde que las primeras evidencias mostraron, ya iniciado el 2020, que el uso correcto de máscaras faciales era un elemento útil para disminuir los contagios de Covid su uso se masificó. Incluso pese a que la Organización Mundial de la Salud demoró varios meses hasta recomendar oficialmente su uso, contrariando numerosos indicios presentados por científicos prestigiosos. En concreto todo indica que, ya sea porque un rebrote viral del Covid vuelva a popularizar su utilización o porque aparezca algún otro virus de transmisión aérea, en los próximos años las mascarillas simples y caseras irán dejando paso a una nueva generación de diseños que incluyen desde alta tecnología a nuevos materiales.

Un buen ejemplo de lo que parece esperarnos en esta materia es el hecho de que la Biomedical Advanced Research and Development Authority (BARDA) -un organismo oficial de EE.UU, organizó un concurso internacional que premiará con medio millón de dólares a la mejor idea en materia de innovación en máscaras faciales.

Según dijo en una entrevista publicada en la revista científica Science la farmacóloga de BARDA que organizó la competencia “Mask Innovation Challenge: Building Tomorrow’s Mask”, “el concurso tiene como objetivo promover la innovación en el desarrollo de máscaras faciales que ofrezcan un mejor ajuste, funcionamiento y apariencia que los diseños actuales. Y esperamos sacudir el ecosistema de desarrollo de máscaras que está un poco estancado”.

El concurso, que ya está entrando en su fase final, seleccionó hasta ahora a una decena de finalistas entre las 1448 ideas y propuestas que les llegaron hechas tanto por emprendedores individuales, grupos de investigadores universitarios y hasta megacorporaciones como Amazon o la textil Levy Strauss, sinónimo del jean.

Mascarillas_segunda_generacion

IDEAS

Algunas de las innovaciones son muy originales y que van desde una combinación de nuevas telas con nanomateriales que se basan en aprovechar fenómenos físicos como la electricidad estática para contar con una máscara simple pero efectiva hasta otras mucho más sofisticadas que incluyen cargadores USB y estudios anatómicos para ofrecer formas que “se peguen” a la cara de cada usuarios. Incluso hasta máscaras para los más pequeños, que en su parte interior llevan ¡un chupete! para que los chicos las ussen por más tiempo.

La “Flo Mask”, por ejemplo se diseñó a partir del escaneo 3D de caras reales que les permitieron armar un máscara que mejora el ajuste a la cara con una banda de silicona que “asegura comodidad de uso por horas”, un filtro capaz de detener el 99,8% de los virus. Ya tienen un modelo en el mercado para los niños y ahora van por el segmento adultos.

Otra compañía, 4C Air, cofundada por el físico premio Nobel Steven Chu, propuso la BreSafe, incluyen un nuevo material eficiente a la hora de filtrar partículas pero que, además, es semi-transparente y permite que los participantes de una charla presencial estén protegidos pero -al mismo tiempo- puedan percibir los movimientos de los labios de su interlocutor.

En el caso de Airgami, aparte de ser eficiente es una máscara muy “atractiva”. La idea nació en 2011 y la pensó un emprendedor que viajó a China con su familia y quiso prevenir que su hijo respirara a diario aire contaminado, algo común en muchas ciudades chinas. Entusiasmado por el origami, este creó un diseño que ajusta bien pero además genera un gran espacio interior contenido, lo que facilita la respiración. La máscara integra tres capas de polipropileno que se “cargan” de electricidad electrostática y capturan las partículas. La máscara es reutilizable, se puede lavar y viene en cuatro tamaños y muchos estampados coloridos. Eso sí, no es barata, ya que cada una cuesta casi US$ 30. Asi y todo no dan abasto con la demanda.

La AtmoBlue recurre a la alta tecnología: utilizar un par de filtros HEPA, pero además tiene un chip, batería y dos miniventiladores que incrementan el flujo de aire para poder, incluso, hacer deporte aeróbico sin “quedarse sin aire”. Aunque parezca un poco exagerado, vendrá con una app para el smartphone que se conecta vía Bluetooth para dar información y facilitar el uso.

La Amazon PerfectFit está hecha de con telas suaves y viene en 6 tamaños diferentes para ofercer el mejor ajuste a cada cara. Y, por supuesto, viene en una amplia gama de colores y dibujos, lo que intenta posicionarla más como una prenda de moda que como un dispositivo médico de protección, cuya función cumple.

El PaciMask obviamente lo idearon padres concientes que no lograban que sus hijos pequeños usaran la máscara con continuidad. Por eso fabrican una máscara que trae una cinta tipo velcro que sirve para fijar cualquier chupete con anillo y que el pequeño esté tranquilo y, claro, protegido.

Si bien varias de las ideas finalistas ya estaban en marcha o siendo diseñadas incluso antes de la actual pandemia de Coronavirus, muchas veces impulsadas por por creciente la contaminación ambiental que se incrementa en muchas ciudades, nadie duda que la pandemia funcionó como una excelente campaña de divulgación del tema y que es muy posible que algunos de estos adminículos se vuelvan un complemento cotidiano visible sobre nuestras caras.

Twitter: @egarabet

 

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Cantidades

  • La pandemia genera alrededor de 7200 toneladas de desechos médicos cada día.
  • Solo UNICEF, desde el comienzo de la pandemia, proveyó 385 millones de mascarillas quirúrgicas y 23,3 millones del tipo N95.
  • Otro paper estimó que, durante los picos pandémicos se usaron -en todo el mundo- más de 12 mil millones de máscaras faciales por mes. La mayoría desechables, hechas de microfibras plásticas.