Aunque todo el mundo lo llama por su denominación genérica: “coronavirus”, el nombre preciso es mucho más complejo: SARS-CoV-2. Y responde a “Síndrome Respiratorio Severo Agudo Coronavirus 2” (Severe Acute Respiratory Syndrome CoronaVirus 2, por sus siglas en inglés). Pero eso no es todo: el nombre del virus es diferente del nombre que se le dio a la patología que causa en las personas. A ésta se la llama “COVID-19”.
El nombre final del virus se lo puso, el 11 de febrero, el Comité Internacional de Taxonomía de Virus (ICTV), un organismo de expertos que se encarga de ese tipo de bautismos en base a la biología, la especie y tipo de virus aislado. En cambio el nombre de la patología que causa lo propuso la Organización Mundial de la Salud, ese mismo día.
Que ambos nombres sean diferentes también es algo usual: después de todo, con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) pasa algo similar, ya que el VIH causa el Sida.
Lo interesante es la razón por la cual la OMS se apuró a definir el nombre de la patología como Covid-19. Es que durante las primeras semanas de la epidemia, el nombre provisorio del patógeno, y de la enfermedad que provoca, no estuvo exento de debates porque la primera denominación informal que se le daba era el “virus de China” o del “virus de Wuhan”, la primera ciudad que fue fuertemente afectada. También se lo conocía, provisoriamente, como “2019 novel coronavirus (2019-nCoV)”.
“Darle un nombre definitivo y correcto es importante, para así evitar el uso de otras denominaciones que puedan ser inexactas o estigmatizantes“, aseveró el propio Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus en una serie de tweets de su cuenta oficial. Y agregó que “ese tipo de nombre también nos da un formato estándar, que podremos usar en eventuales futuros brotes de coronavirus”.
El tema del nombre es suficientemente delicado como para que las propias guías de referencia de la OMS, establecidas en 2015, ya proponían que “en los nombres de las enfermedades no se haga referencia a una ubicación geográfica, un animal, un individuo o un grupo de personas. Además debería ser una denominación pronunciable y estar relacionado con la enfermedad”.
De todos modos, y aunque el nombre formal de esta cepa del patógeno sea “SARS-CoV-2”, hay ocasiones en que los expertos lo denominan como “virus covid-19”. Y la razón es que el nombre real está muy relacionado con otro virus de la familia Coronaviridae: el que causó la epidemia de SARS en el año 2003. Por eso, para evitar confusiones, es frecuente que los funcionarios internacionales en su comunicaciones para el público general lo llamen “virus covid-19”.
Y aunque hace más de un mes que los nombres ya están claros y fijados, los prejuicios siguen vigentes. De hecho, esta misma semana el ministerio de relaciones exteriores de China se quejó oficialmente ante EE.UU., luego de que Donald Trump -en una de sus habituales cataratas de tweets- volviera a referirse al patógeno como “el virus chino”. Debería haber escrito “SARS-CoV-2”.