Si bien el deterioro de la salud durante los meses de aislamiento y pandemia fue un fenómeno generalizado, hay algunos grupos o situaciones y ciertas patologías en los que la calidad de vida se vio significativamente disminuida. Entre estos están aquellos que sufren algún tipo o forma de dolor crónico.
Eso mostró un reciente estudio realizado por un equipo conocido como eHealth Lab, y expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC): De allí surge que un 70% de las personas con dolor crónico afirman:
- Haber empeorado la intensidad de su dolor,
- La frecuencia de los episodios
- La interferencia del dolor en las actividades de su vida diaria.
En este trabajo se siguió a 502 pacientes, un 88 % de los cuales eran mujeres de entre 30 y 59 años, diagnosticada con dolor crónico de larga duración (una media de siete años).
La mayoría de los participantes (87,6 %) tenía dolor en más de un punto, siendo el abdomen, las lumbares y el cuello las localizaciones más frecuentes.
Las encuestadas completaron encuestas online, diseñadas según la metodología IMMPACT (Initiative on Methods, Measurement, and Pain Assessment in Clinical Trials y se ha utilizado la escala CPGQ (Chronic Pain Grade Questionnaire) para comparar los cambios en el dolor percibidos por los pacientes a partir del inicio del confinamiento.
Aislamiento y su influencia en el dolor crónico
Los resultados del estudio mostaron que la inseguridad laboral, las preocupaciones respecto del futuro, el número de personas cohabitando en el mismo hogar, el hecho de tener a alguien cercano que ha muerto por COVID-19 o el miedo a infectarse son factores que podrían estar relacionados con un empeoramiento del dolor.
El estudio también indicó que el coronavirus y sus consecuencias aparejó nuevos elementos capaces de desencadenar el dolor. Si antes el estrés y los cambios de tiempo eran los más frecuentes, durante el confinamiento un elevado número de participantes citaron la preocupación por el futuro, los problemas de sueño, la inseguridad, los pensamientos negativos, la tristeza, la soledad, el sedentarismo y el miedo de contagiarse como desencadenantes.
Opciones y tratamientos para afrontar el dolor crónico
La pandemia también alteró las forma en que una parte de los pacientes “gestionan” su problema y que tratamientos utiliza. Más de la mitad de las personas (54,5 %) han modificado la forma en que lo enfrentan: “Nuestro estudio mostró que, desde el inicio de la pandemia, más de la mitad de los pacientes ha utilizado el descanso como forma para hacer frente al dolor, y un porcentaje similar decidió encararlo aumentando el consumo de medicación para el dolor.
Pero ambas cosas podrían ser contraproducentes, explica Rubén Nieto, profesor e investigador del grupo eHealth Lab de la UOC.
Al menos durante la pandemia se ha ido incorporando una nueva forma de combatir el dolor que es realmente positiva y simple: el 48,2% han sumado los estiramientos como una nueva opción y herramienta para hacerle frente al dolor.
“Cuando hay un problema de dolor crónico, (como el dolor crónico lumbar, por ejemplo) es importante que las personas puedan aprender a vivir con él, y que puedan centrarse en conseguir sus objetivos vitales, tengan o no dolor. Eliminar por completo el dolor es difícil, pero aprender a afrontarlo y a vivir con él es posible. Pueden ser útiles las intervenciones biopsicosociales, en las que se trata el dolor de forma global”, explica Rubén Nieto, que es especialista en comprensión, evaluación y tratamiento de los problemas de dolor desde un punto de vista multidimensional.
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