(Enrique Garabetyan) El auge de las redes sociales parió un fenómeno extraño: la gran proliferación de “influencers” y líderes de opinión en todo tipo de rubros. Pero uno de los ítems que más viene creciente -especialmente desde la popularización de Instagram- son los “referentes” de la alimentación saludable. Así lo demuestra una encuesta, realizada hace unas semanas por la UADE y la consultora Voices, que encontró que casi 3 de cada 10 argentinos (el 27%) sigue en redes a consumidores reconocidos que publican tips y consejos sobre alimentación.
La cifra de seguidores aumenta entre los jóvenes de 16 a 29 años, donde el 35% confesó atender los consejos de algún famoso en la temática.
Sin embargo, los nutricionistas consideran que esta no es una tendencia saludable ya que seguir sugerencias de “modelos” que no tienen capacitación ni habilitación profesional, en lugar beneficios puede acarrear daños graves en la salud física de los cientos de miles de seguidores que le dan “like” a los posteos de sus “influencers” predilectos.
“El de las recomendaciones de alimentos hechas vía redes, por parte de gente sin matricula ni certificado habilitante es un fenómeno global, se lo denomina “intrusismo” y es algo que nos está preocupando mucho”, dijo Mónica Katz, especialista y actual presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN). Y agregó: “nadie lo mide ni lo controla, pese a que sabemos que puede generar riesgos muy concretos”. Esto puede ocurrir, por ejemplo, cuando un influencer sin conocimientos “atiende” por Whatsapp a una persona diabética. “Con sus recomendaciones dietarias puede poner en grave peligro la salud de ese paciente. Y ni siquiera sabe reconocer los síntomas de alerta como derivar ante una complicación”, dijo Katz.
Al riesgo a la salud física se le suman otro factores. “Puede llegar a ser como un ejercicio fraudulento de una profesión, porque más allá de que en las redes solo publiquen tips, muchas veces complementan estos consejos con actividades pagas que pueden ser workshops o talleres hasta grupos de wpp cerrados, donde publican dietas o hacen “coaching” sobre alimentación”, detalló María Vitullo, licenciada en Nutrición y responsable de difusión en la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (AADYND). Y Vitullo destacó que “estos consejos también pueden provocar daño emocional, ya que se genera culpa, ansiedad y obsesión por la comida, especialmente porque suelen dar información confusa o contradictoria y eso provoca inseguridad respecto a las decisiones alimentarias. Finalmente habría que sumar otro impacto indirecto, esta vez sobre el bolsillo de las personas, porque los “influencers” suelen promover alimentos supuestamente más saludables pero que también suelen ser más caros que los comunes”.
Casos. Uno de los ejemplos emblemáticos más recientes de esta proliferación de consejos sin sustento científico está relacionado con la ingesta de leche. “Son datos que se viralizan muy rápido y que nos preocupa porque parten de conceptos errados y sin evidencia”, dijo Marcela Leal, directora de la carrera de Nutrición en la Universidad Maimónides. “Un caso llamativo es el de la leche de vaca que parece tener cada vez más detractores que sugieren que solo se la tome durante las primeras etapas de la vida. Incluso, Y recomiendan tomar el consumo de alternativas como la leche de almendras. Sin embargo eso no es leche sino que son bebidas lácteas y no es lo mismo”. En este caso el problema está en el calcio. “Los “famosos” de las redes afirman que los substitutos de la leche aportan calcio, pero resulta que ese elemento no tiene la misma biodisponibilidad para el metabolismo humano que el que aporta la leche de vaca. En otras palabras nuestro cuerpo lo aprovecha menos”.
Otro punto conflictivo está en los alimentos procesados, que suelen ser denostados por los protagonistas de las redes. “Pero no todo es lo mismo”, explicó Leal. Con el mismo ejemplo, hoy consumir leche cruda, sin pasteurización previa, es algo que se vuelve verdaderamente peligroso por el riesgo de infecciones graves. Además, al procesar muchos alimentos también se los fortifica y agregan compuestos que mejoran la dieta y previenen el déficit de vitaminas como la A, la D, calcio, ácido fólico o hierro. Son diversos aportes que mejoran la dieta usual y ayudan a previenen prevenir trastornos de salud”.
Y la experta concluyó afirmando que “la opción más segura es seguir los documentos y las guías alimentarias publicadas por el Ministerio de Salud. Son consejos consensuados por los profesionales de la nutrición que se elaboran utilizando la mejor evidencia científica disponible”.
Mitos y dietas poco saludables
¿Cuáles son los mitos y las dietas que rebotan en las redes y que son peligrosas para la salud? “Mitos hay cientos y todo el tiempo aparecen nuevos. Pero hay dos que, últimamente, sobresalen: tomar agua con limón en ayunas y los jugos supuestamente detoxificantes para “purificar” el cuerpo. Ninguno tiene evidencia científica en la que apoyarse. Y nuestro cuerpo se desintoxica todo el tiempo: ese es, justamente, el trabajo del hígado que lo hace en forma eficiente, sin que tengamos que tomar bebidas extrañas”, aseguró Vitullo, de AADYND.
Para Mónica Katz, la última moda “delicada” es el ayuno. “Me preocupa una de las modas mas recientes: gente sin preparación recomendando a otros como hacer para no comer. No es un tema menor porque el hambre es grave en la pobreza pero también lo es en la riqueza. Y es imposible tratar el sobrepeso por medio del “hambre”. Hoy en las redes aparecen recomendaciones de ayuno que van desde algunas horas hasta de un día completo. Eso es peligroso”. Leal coincide: últimamente encuentro en redes muchos consejos sobre ayuno, con gente que propone solo tomar líquido. Y me han llegado pacientes con esa “propuesta” que no tienen sustento científico para bajar de peso”, dijo Leal. “Hay que desconfiar de cualquier dieta que prometa bajar más de 500 gramos semanales. Más de eso no es sostenible en el tiempo o no es saludable”.
El fenómeno del “Food Bullying”
Gracias a los influencers y las redes, en los últimos tiempos está apareciendo una nueva forma de acoso: el “food bullying”. “Entre los colegas es cada vez más común escuchar referencias sobre gente que es maltrata, ya sea en forma publica o privada, por sus elecciones alimenticias”, contó María Vitullo, de AADYND. Y agregó: esto puede pasar tanto entre pares como también en forma de una presión ejercida por algunos grupos radicalizados, que “maltratan” a los profesionales de la alimentación que no comulgan con sus posturas extremas, por ejemplo respecto al no consumo estricto de carne o lácteos”. Esto trasciende diversos ámbitos y hay fundamentalistas que condenan, o avergüenzan públicamente a otras personas por sus elecciones o recomendaciones alimenticias, a veces con tonos y conductas muy agresivas, algo que las redes sociales potencian, explicó Katz. Según Vitullo, “cada persona debe tomar sus propias decisiones alimentarias informadas, pero siempre asesorada por profesionales capacitado en alimentación, que puedan aportar recomendaciones basadas en los últimos descubrimientos científicos probados”.