(Enrique Garabetyan) A partir de marzo un equipo de investigadores y técnicos del Conicet, basado en el Hospital El Cruce, comenzará a brindar al público de todo el país un servicio original: cualquier interesado que se acerque al laboratorio podrá encargar un análisis detallado de los medicamentos y aceites hechos en base a cannabis. La idea es que cualquier usuario de este tipo de medicamentos, sea el paciente, sus familiares o las ONGs especializadas en el tema, puedan pedir un estudio científicos que detallará la cantidad y calidad de los componentes de estos preparados utilizados con fines medicinales. Y aunque ya hay varias instituciones que prestan servicios similares, esta será el primer servicio que funcionará bajo la coordinación de una médica neuróloga e investigadores del Conicet, y a la que aportará el equipo del el Hospital El Cruce de la Universidad Nacional A. Jauretche. Además, la inauguración de este servicio marca un giro de 180 grados en la política oficial sobre el tema (ver Recuadro).
“Aunque no hay encuestas precisas, se estima que alrededor de un cuarto de toda la población utiliza productos derivados del cannabis, en forma medicinal o recreativa. Y en casi todos los países del mundo se están estudiando sus efectos terapéuticos” dijo la doctora Silvia Kochen, investigadora y docente de neurología en la facultad de medicina de UBA. Kochen -que también es la coordinadora de la red de cannabis para usos medicinales” (RACME)-, recordó que “como es un producto que tiene una situación legal compleja, suele pasar que sus usuarios están expuestos a recibir preparados fabricados artesanalmente. Esto puede generar que consuman un aceite sin saber realmente que contiene, en que concentraciones o que moléculas lo componen”.
En ese contexto, hace ya un año la RACME presentó la idea de contar con un organismo oficial que pueda controlar de calidad de los productos derivados de cannabis. “Y en marzo se lanzará el Servicio Tecnológico de Alto Nivel (STAN) de Control de Calidad de Cannabis, que funcionará en el Hospital El Cruce”, le dijo a PERFIL Marcelo Rubinstein, investigador del CONICET y director de INGEBI.
De acuerdo a los expertos, el flamante STAN estará integrado por un equipo de 8 técnicos e investigadores que utilizarán cromatógrafos y diversas técnicas de análisis químico para detallar los componentes y su concentración en los aceites y preparados artesanales que se usan en prácticas medicinales. “Además intervendrán otros científicos para poder hacer una caracterización botánico de las plantas utilizadas y vamos a pedir quienes traigan la muestra que, en forma anónima, nos den datos sobre en que patologías los usan con más frecuencia y los resultados que puedan percibir”, explicó Kochen. Eso nos servirá para diseñar estudios que respeten un formato más tradicional, cumpliendo los estándares usuales de la industria farmacéutica”.
Elaborar cada informe para los interesados que lleven sus muestra tomará alrededor de una semana y el servicio tendrá un costo relacionado con el uso de los reactivos. “El precio aun no está definido pero sabemos que será accesible, porque a todas las instituciones involucradas les interesa favorecer las investigaciones sobre este tema y -además- porque el Conicet es un organismo sin fines de lucro”, explicó Kochen
Reglamentación. El STAN es uno de los proyectos asociados a RACME. “Además, la red está preparando una propuesta para cambiar la reglamentación que contradice abiertamente el espíritu de la Ley 27.350 sobre uso de cannabis medicinal”, afirmó Rubinstein. “Hoy, la mayor parte de las personas que quieren probar los productos hechos en base a la planta de cannabis están desamparados porque las aprobaciones para importar la materia prima quedaban enterradas en la burocracia de diversos ministerios. Y eso pese a que actualmente hay una enorme cantidad de evidencia médica sobre los beneficios que aporta en manejo del dolor crónico, entre otros problemas de salud. Y su uso se investiga activamente en Canadá, Israel, Inglaterra, en casi toda América latina. Y, además ya fue aprobada en 48 de los 51 estados de USA”, agregó.
Según los expertos, lo esencial de la futura reglamentación sería poner al medico como el responsable de indicarle el uso de este tipo de compuestos, “si considera que este tratamiento podría aportar aportar beneficios terapéuticos”.
Por otra parte, los expertos argentinos resaltan que “ante una posible demanda para tratar muchas patologías, en lugar de importar -como ocurre hoy- buena parte de estos aceites, con controles adecuados podrían producirse localmente desde empresas farmacéuticas argentinas o laboratorios estatales, ofreciendo a los pacientes compuestos con un control de calidad adecuado y garantizando la trazabilidad de los medicamentos, lo que genera, además, la posibilidad de exportarlos”.
Cambio de rumbo
Según Kochen y Rubinstein hasta hace poco hacer investigación científica sobre usos medicinales de cannabis era casi imposible. “Por ejemplo, durante el gobierno anterior, prácticamente todos los pedidos que se hacían para importar el producto desde EE.UU para algún ensayo clínico, quedaban sin respuesta, varados en la Secretaría de Salud. Y eso pese a que -según dice la Ley 27350- se iba facilitar e impulsar la investigación científica de estas moléculas”. Ahora esta idea parece estar cambiando. Y el ejemplo lo muestran las dos últimas reuniones de la RACME, en las que participaron funcionarios públicos. De hecho, la propia Ana Franchi, presidenta del Conicet, explicó que “desde Conicet apoyamos las iniciativa de esta red y estamos a disposición de lo que necesiten. Porque creemos que tenemos que servir para llegar al territorio y contribuir para que la gente viva mejor. La institución está preparada para abordar este tema”.