En un estudio realizado sobre ex pacientes, investigadores de la UBA relevaron las secuelas y trastornos de salud mental tras haber cursado la enfermedad. Según la encuesta, uno de cada cuatro padece síntomas de ansiedad.
Un nuevo estudio sobre el estado de salud mental de los pacientes recuperados tras haber atravesado el Covid-19 identificó muchas de las secuelas psicológicas que provoca esta compleja infección. El trabajo, recién publicado por investigadores de la Facultad de Psicología de la UBA, registró preocupantes daños sobre la salud mental. Según la encuesta: hoy 1 de cada 4 recuperados (el 24%) afirmó sentir síntomas severos de ansiedad. Y más de la mitad –el 56,7%– de los que contestaron las preguntas se percibe con una sintomatología compatible con un trastorno depresivo. Los expertos también analizaron el riesgo suicida y pudieron determinar cuáles parecen ser actualmente las conductas saludables más efectivas a la hora de proteger nuestra salud mental.
“Diseñamos este trabajo para poder conocer el estado psicológico de personas que atravesaron el covid-19”, le dijo a PERFIL Martín Etchevers, investigador y docente titular en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Y las conclusiones del estudio en el que participaron casi 750 personas de las principales ciudades del país son inequívocas. Los autores las resumieron: “Los resultados indican altos niveles de sintomatología ansiosa, depresiva y riesgo suicida que se asocia a las personas que han sufrido Covid-19. En el grupo de recuperados también se reporta una cantidad de cambios negativos en su capacidad de memoria y atención”.
“Al comienzo de la pandemia existía una fuerte preocupación por los riesgos neurológicos que podía dejar el SARS-CoV-2. Luego esta preocupación comenzó a extenderse también a sus secuelas psiquiátricas y psicológicas”, rememoró Etchevers, que es uno de los responsables de este “paper”.
Según los investigadores, uno de los puntos nuevos que encontraron en el trabajo y que más les llamó la atención es que aquellas personas que poseen un menor capital cultural y económico padecían una severidad mayor en la sintomatología relacionada con la ansiedad y la depresión. “El virus no discrimina a nadie por nivel social y económico, pero todo lo que está alrededor de cada persona hace una diferencia en el resultado”, explicó Etchevers. Y agregó: “Cuando las personas tienen mayor nivel educativo y económico cuentan con más recursos generales. Por ende parecen lograr atravesar estas situaciones estresantes con una menor vulnerabilidad. Y eso puede dejarles menores daños psicológicos”.
Cuando indagaron y evaluaron las respuestas sobre marcadores y conductas relacionadas con depresión, encontraron que el 43% no presenta puntajes compatibles con esa situación. Pero el otro 57% reportó sintomatología compatible con depresión (leve o moderada). Y de ese mismo grupo el 16,3% podría ser calificada como severa.
1 de cada 3 personas que superaron el Covid-19 hoy realiza tratamiento psicológico
También en este punto los grupos de menor nivel socio-cultural y educativo reportaron mayores puntajes más elevados de sintomatología depresiva.
Riesgo suicida entre los recuperados
Otro ítem de la encuesta se relacionó con una serie de preguntas que sirven para evaluación de riesgo suicida. Y al analizarla encontraron que los adultos jóvenes (de 18 a 35 años) reportaron puntajes más altos en la escala de riesgo suicida (RASS) que aquellos de 35 o más años.
Finalmente, el estudio concluyó que “una de cada tres personas que superaron el covid-19 hoy realiza tratamiento psicológico y el 67% de quienes no lo están haciendo consideran que lo necesitarían”. Ante el avance y la extensión de la pandemia, estos números indican que la demanda por asistencia psicológica seguirá creciendo. “En este momento hay colegas que están pensando cómo dar respuesta a estos requerimientos y cómo abordar la rehabilitación que tiene que ver con la recuperación de la memoria y la atención, entre otros tratamientos neurocognitivos”, comentó Etchevers. Y concluyó: “Creemos que es una situación que requiere aplicar técnicas y tratamientos efectivos y específicos para atender esta particular sintomatología, siempre basados en la evidencia”.
La actividad física genera protección física y mental
Uno de los puntos que resaltan de este estudio publicado por la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires es que se observaron mayores niveles de sintomatología “ansiosa” entre aquellas personas que no realizan actividad física. De hecho, casi el 20% de quienes no hacen deporte alcanzaban el nivel medio de ansiedad de la muestra. Mientras tanto, entre aquellos que sí realizan algún tipo de gimnasia en forma regular, solo alcanzaba al punto de ansiedad “promedio” el 14%.
“Esto significa que mientras dure la pandemia deberíamos seguir estimulando políticas que impulsen la actividad física (aquella que no genere riesgo de contagio) entre las personas. Es que ya se fue demostrado, por múltiples trabajos, ser una de las medidas más efectivas y potentes a la hora de generar protección y de mitigar daños y trastornos relacionados con la salud mental”, propuso Martín Etchevers, que también es secretario de Investigación de la Facultad de Psicología de la UBA.