
- A raíz del Covid y el desarrollo de vacunas, los ensayos clínicos en medicina dejaron de ser un misterio.
- Hoy, cada vez más personas pueden acceder a nuevas terapias experimentales en forma gratuita y segura.
- Al ingresar en un protocolo, el paciente comienza a recibir la mejor atención, medicación y estudios disponibles, independientemente de su cobertura.
Hasta el 2020, hablar de ensayos clínicos era algo para entretenimiento de médicos especialistas. Pero a partir de la llegada del Covid y el desarrollo de sus vacunas, todo el mundo comenzó a entender que eran las Fases I, II y III de un ensayo, que era un placebo o cuánto tarda y cuesta poner en las farmacias un nuevo medicamento.
Por eso, un lustro más tarde, resulta mucho más fácil entender por qué es positivo y saludable para cualquier persona que sufre una patología —sea ésta leve, crónica o grave— el participar, en forma voluntaria e informada, de algún ensayo clínico que busca poner a punto algún nuevo tratamiento.
“Las ventajas de poder entrar en un protocolo médico de investigación son muy evidentes”, le aseguró a a este medio la médica y diabetóloga Georgina Sposetti, fundadora de “Un Ensayo para Mí”, un sitio web que se dedica a orientar y ayudar a pacientes a buscar y participar de protocolos de investigación para nuevos tratamientos, especialmente en sus fases finales. Sposetti, que sonríe explicando que armó una especie de “Tinder” que sirve para matchear pacientes con investigadores, enumera las razones.
“Uno puede involucrarse por diferentes motivos. Desde el altruismo, en el cual alguien quiere poner sus circunstancias vitales que lo llevaron por una enfermedad, y se quiere colaborar para que otras personas sufran menos. O desde lo que puedo recibir de beneficios en términos de salud propia y calidad de vida”, detalla la profesional.
Según le explicó a NEOMUNDO el doctor Jose Maria Palmeiro, director de Investigación Clínica del laboratorio MSD Argentina, “cuando una persona entra en un protocolo, se lo asigna en forma aleatoria a una de las dos ramas: la activa, que, por ejemplo, prueba un nuevo medicamento; o al grupo control, donde recibe la molécula más moderna y efectiva de las hasta ahora aprobadas para dicha patología. Aunque, claro, nadie -ni el médico tratante ni el paciente- sabe en qué “rama” está cada uno, ya que eso garantiza obtener resultados más claros acerca de la verdadera efectividad de la nueva medicación que se está ensayando”.
Si el tratamiento en prueba resulta efectivo, las ventajas de salud resultan obvias. “Pero quienes integran el grupo ‘control’ también se benefician”, aseguran los médicos consultados.
¿Cómo? “Por lo pronto, aunque se esté en el ‘control’, igualmente eso asegura recibir, en forma correcta, el mejor tratamiento disponible en el mundo para esa enfermedad. Esto es algo especialmente importante en países como Argentina, donde muchísimas personas no logran tener acceso a las drogas más innovadoras”, dijo Sposetti.

Pero, además, todos los participantes del estudio son seguidos y controlados por un equipo médico capacitado. Aparte de la medicina, reciben recordatorios sobre la toma; se les hacen todos los controles, estudios y análisis indicados y se consultan todos los síntomas que puedan aparecer. “O sea, todos los pacientes están extremadamente cuidados, sean grandes o chicos”, aseguró Palmeiro.
Por otra parte, ambos expertos destacaron que hay abundante y sólida evidencia científica que demuestra que todo paciente seguido en forma exhaustiva por un equipo médico obtiene una mejor calidad y expectativa de vida. “Es un verdadero círculo virtuoso”, comentó Sposetti.
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Un detalle significativo: absolutamente todo lo relacionado con estos estudios lo financian los propios laboratorios que desarrollan el tratamiento. Por lo que el paciente no afronta ningún gasto extra ni tampoco lo hace su cobertura social, sea esta pública, sindical o privada. De hecho, si bien los pacientes, por razones éticas, no reciben ninguna retribución económica por participar de los estudios clínicos, sí se les puede reembolsar. gastos mínimos como —ejemplo— el costo del taxi para poder concurrir a todas las consultas de seguimiento o de medicación.
Finalmente, la organización médica involucrada en el estudio también se beneficia porque su staff —médicos, enfermeros, etc.— recibe capacitación profesional de avanzada. Además, esto genera inversiones, por parte de la industria médica, en el país.
Más controles mejor salud
Algo que muchos pacientes no quieren es sentir que juegan con su salud con elementos inseguros. “Eso no es posible, porque hoy, antes de comenzar cualquier estudio, los ensayos son analizados y aprobados o rechazados por un comité de ética. A estos comités los integra personal de larga trayectoria y experiencia y no dependen del laboratorio, sino de los controles de Anmat y de los hospitales a los que pertenece el grupo de profesionales y pacientes. Esos comités funcionan en forma independiente y pueden negarse a que los pacientes se sumen si algo no les parece correcto o seguro. También se hacen monitoreos y seguimiento periódicos del estudio por parte de otros profesionales no involucrados en ese trabajo.

A esto se le suma que hoy la mayor parte de estas investigaciones son multicéntricas, por lo que para realizarlas deben superar los controles regulatorios y bioéticos de muchos países e instituciones diferentes.
Las asociaciones de pacientes
Para Silvia Fernández Barrio, fundadora y presidenta de la Asociación Civil para el Enfermo de Psoriasis (Aepso), una ONG que nuclea y orienta a pacientes y familiares, “todo lo que pasó con el Covid y las vacunas ayudó mucho a que la sociedad entienda qué son y para qué sirven los ensayos clínicos, porque antes había fantasías negativas al respecto”. Según Silvia, “ahora todos sabemos que los ensayos también se hacen en países del primer mundo, y que se realizan tomando todos los cuidados médicos y éticos”.
La experta resalta que “participar de un estudio de este tipo nos permite a los pacientes acceder a la innovación en medicina de forma gratuita. O sea, poder recibir un tratamiento que, normalmente, es carísimo y —para muchos— directamente inaccesible. Y esto no es solo un problema de Argentina, sino que se repite en todos los países”.
En Argentina se invierten alrededor de U$ 750 millones en investigación clínica
Desde su experiencia, Fernández Barrio propone que cada paciente charle con su médico de cabecera sobre la posibilidad de ingresar en algún estudio. Y otra forma de conocer las posibilidades es acercarse a consultar en las diferentes asociaciones de pacientes. “Estas agrupaciones suelen manejar esa información y pueden asesorar sobre cómo buscar un profesional o institución que coordina estos ensayos.
El Tinder de la medicina
Para facilitar el hecho de que tanto médicos como pacientes encuentren un estudio adecuado para cada caso y cada enfermedad y poder contactarse con los responsables en forma simple, Georgina Sposetti fundó la organización “Un ensayo para mí”. “Es una empresa con un propósito social: lo que buscamos es simplificar y sistematizar el acceso a la información hoy disponible sobre estudios actuales y también futuros. Entonces hoy un paciente puede entrar a nuestro sitio, poner su patología y ver si hay algo adecuado. Y conectarse en forma simple con un médico que está trabajando ese tema o hablarlo con el profesional que lo atiende”, comentó la médica que -curiosamente- también es hoy paciente y ella misma está buscando participar de algún ensayo para su propia y rara patología autoinmune.

“También el médico que atiende en su consultorio puede entrar a este sitio, o buscar en la información de las asociaciones de pacientes o en los laboratorios, para identificar un estudio adecuado para el tipo de enfermedad y para el grado de avance de la patología de sus pacientes”.
Sposetti recalcó que “participar de estudios le sirve a toda clase de pacientes, sean de enfermedades muy conocidas como la diabetes o de cardiología. O algo muy poco conocido, como las patologías genéticas raras, las autoinmunes o las neurológicas. Y, claro, especialmente las oncológicas”. O sea, prácticamente cualquier paciente afectado por una enfermedad hoy puede beneficiarse participando de un estudio científico.