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Reflujo gástrico: el mal que afecta a 4 de cada 10 argentinos (y como tratarlo)

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Ciertos prazoles son especialmente útiles especialmente en adultos mayores, que suelen estar polimedicados. (Freepick).
Ciertos prazoles son especialmente útiles especialmente en adultos mayores, que suelen estar polimedicados. (Freepick).
  • El reflujo y la acidez no son males menores, ya que afectan la calidad de vida de millones de argentinos.
  • Los expertos advierten que la automedicación para estos casos puede ser riesgosa y destacan el rol del esomeprazol, un fármaco eficaz.

Hace unos cuarenta años, un grupo de científicos consiguió desarrollar un nuevo tipo de medicamento que lograba algo que, hasta entonces, parecía una meta imposible: lograr que el estómago deje de atacarse a sí mismo. Nacían los “prazoles”, una familia de moléculas que inhiben la secreción de ácidos y que —desde entonces— transformaron para siempre el tratamiento de:

  • La úlcera,
  • La gastritis,
  • El reflujo gastroesofágico.

Hoy, cuatro de cada diez argentinos admiten sufrir acidez o ardor en la boca del estómago al menos una vez por semana. No es un mal menor: la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE) se ha vuelto tan frecuente como molesta.

“Antes no teníamos opciones efectivas y seguras para estos cuadros. Con los prazoles, pudimos controlar los síntomas y evitar complicaciones”, le explicó a NEOMUNDO el doctor Luis Soifer, expresidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE).

¿Qué es el reflujo?

Explicar el fenómeno del reflujo es relativamente simple: una válvula —el esfínter esofágico inferior— deja de “cerrar” el paso en forma apropiada y los jugos gástricos —un elemento de alta acidez— escapan del estómago y ascienden hacia el esófago, irritándolo.

Si ese proceso se repite a diario, puede causar lesiones e incluso esofagitis o lesiones precancerosas. “Es como si el ácido ‘subiera’ donde no debe y empezara a quemar lentamente ese tejido”, grafica Soifer.

Ampliamente difundido

Según varios estudios epidemiológicos hechos en Argentina, cerca del 40% de la población experimenta síntomas compatibles con reflujo. Y aunque muchos lo minimizan, los especialistas insisten en que se trata de un trastorno que puede alterar la calidad de vida, el sueño y la alimentación.

El reflujo es, en realidad, la punta visible de un iceberg digestivo que incluye a la dispepsia, las úlceras gástricas y duodenales —asociadas o no a Helicobacter pylori— y a patologías más complejas, como el síndrome de Zollinger-Ellison.

Frente a esa diversidad de cuadros médicos, los sustancias conocidas como prazoles, que debutaron hace 4 décadas, demostraron ser una herramienta segura y eficaz para tratar estas situaciones. Pero no todos son iguales. Entre todas las opcoines, el esomeprazol sobresale por su capacidad de actuar rápido, mantenerse más tiempo en el organismo y provocar menos interacciones con otros medicamentos. “Es especialmente útil en adultos mayores, que suelen estar polimedicados”, apunta Soifer.

Un cambio de paradigma

Según la patología de cada paciente, estos fármacos pueden ser tomados en forma permanente o “a demanda”, cuando recrudecen los síntomas gástricos. Luego, si estos ceden, pueden dejar de consumirse por un tiempo. En otros casos particulares, el paciente podría ingerir su dosis diaria en dos tomas distanciadas. Además, para suspender el tratamiento —en forma provisoria— también es necesario seguir un proceso paulatino, a lo largo de varios días o  interrumpirlo en forma abrupta.

Tomados de forma adecuada y bajo indicación médica, los prazoles no solo alivian el ardor: favorecen la cicatrización de las lesiones esofágicas y previenen complicaciones. En pacientes con esofagitis severa, por ejemplo, hasta el 90% muestra curación completa en cuatro semanas.

Claro que no todo se resuelve con una pastilla. Los especialistas recuerdan que el diagnóstico correcto y la supervisión profesional siguen siendo claves. La automedicación, en cambio, puede enmascarar síntomas o provocar efectos adversos. “No hay una única dosis ni un esquema universal —advierte Soifer—. Cada paciente debe tener su tratamiento personalizado”.

Ante estas situaciones, la recomendación general indica que la toma de cualquier medicación sea indicada por un profesional, previo diagnóstico correcto de la problemática. Además, su prescripción inicial ayuda a ajustar la dosis correcta para cada paciente en el tiempo, según sus síntomas, y explicarle la forma correcta de tomar esta medicación (en ayunas, seguido luego por un alimento más tarde, etc.). “De esta forma, si se toman con la supervisión de un profesional, su funcionamiento será mucho más efectivo y puede prevenirse a tiempo cualquier complicación que pudiera aparecer”, comentó Soifer.

Ventajas del esomeprazol

Si bien todas estas moléculas hoy disponibles en las farmacias son variantes químicas de los “prazoles” y tienen muchas similitudes, algunos tipos de prazoles han demostrado ofrecer ventajas sobre otras formas, según el paciente y su patología.

En el caso particular del esomeprazol, “lo que hemos visto en investigaciones sobre su absorción por el metabolismo y su biodisponibilidad para cumplir sus efectos es que su duración es mayor, ya que esta molécula posee una vida media más larga que otras similares. O sea, la concentración ideal de este fármaco en el organismo y su disponibilidad para ayudar a disminuir la producción de ácido gástrico, es mayor a la de otros fármacos químicamente parecidos”, comenta el doctor Soifer.

Además, considerando el punto de vista del inicio de sus efectos tras su ingesta, las pruebas lo evaluaron como un producto de “inicio de acción rápida”. Y, por su composición química, se comprobó que el esomeprazol tiene una menor tasa de interacciones farmacológicas, algo importante a considerar en los pacientes mayores que suelen estar “polimedicados”.

Por otra parte, se ha comprobado que, si el esófago ya tiene algunas lesiones por la acción del ácido, con la toma de esomeprazol la cura de estas lastimaduras lleva menos tiempo”, detalló el especialista. En efecto, la observación clínica indica que hasta el 90% de las personas con esofagitis severa ven cicatrizadas sus lesiones en un período de cuatro semanas.

Un punto interesante, que genera otra ventaja para la salud, es que el esomeprazol es especialmente adecuado —por sus características farmacológicas— para que su toma sea indicada por tiempos prolongados, sin causar mayores efectos colaterales, ya que su tolerabilidad es alta (pocos pacientes deben abandonar este tratamiento por alguna causa o molestia). En otras palabras, es un medicamento seguro y confiable, algo especialmente atractivo si se requiere su toma en forma crónica.

En tiempos de comidas rápidas, estrés y sobremesas interrumpidas por el celular, la acidez se volvió casi una compañera de rutina. Pero no debería serlo. Porque detrás de ese ardor puede esconderse algo más serio.

Por eso, en una sociedad donde el tiempo vale más que una digestión tranquila, los médicos insisten: si la boca del estómago “quema” con frecuencia, no basta con apagar el fuego con una pastilla. Conviene, primero, entender por qué se encendió.

Artin Ceruso