- Una encuesta realizada por médicos del Hospital Fernández detalló las reacciones psicológicas tras el aislamiento y el Covid.
Que la pandemia de Covid nos afectó psicológicamente es algo que no deja espacio a dudas. Pero cuánto -y cómo lo hizo- es algo que recién ahora que la marea de internaciones y muertes por SARS-CoV-2 se estabiliza a la “baja”, está comenzando a saberse. Por ejemplo, un flamante estudio publicado en la revista científica de la Sociedad Argentina de Pediatría y realizado por un grupo de especialistas del Hospital Fernández de CABA, realizó una encuesta sobre este tema y precisó algunos números: el 81% de los padres consultados afirmó haber percibido cambios en la salud emocional de los chicos de entre tres y quince años. Y más de siete de cada diez cuidadores refirió que los niños de entre 3 y 5 años a su cargo, tras los primeros meses de pandemia, se mostraban “aburridos”, “enojados” o “angustiados”.
“La prolongación de los contagios de Covid impactó en el estado de ánimo, en las conductas y en las emociones de los menores. Y lo que surgió de la encuesta que hicimos a más de mil padres y cuidadores a fines del 2020 es que, entre los chicos predominaron los sentimientos negativos, como aburrimiento, tristeza, angustia y preocupación”, le dijo a NOTICIAS la doctora Laura Cohen Arazi, pediatra del equipo del Hospital Fernández y una de las autoras del estudio.
Además, el 52% de los encuestados dijo haber “observado un aumento de los episodios de llantos y uno de cada tres padres refirieron regresiones en comportamientos ya superados. Por otra parte, el 43% del grupo de niños de 6 a 11 años presentó dificultad en mantener la concentración y en 3 de cada 10 adolescentes, de 12 a 15 años de edad, los adultos percibieron abandono de muchas actividades que antes disfrutaban, sumado a un estado de preocupación y de tristeza”, completó Susana Villa Nova, Jefa de la División Pediatría en el Fernández.
Cuando el equipo de profesionales le solicitó a cada encuestado que relatara brevemente qué decían los chicos, un 83 % de todos los grupos etarios analizados coincidieron en que “extrañaron el contacto con sus pares“; el 68 % del total sintió “angustia” y el 72 % dijo tener “cansancio“.
El trabajo también corroboró otro contradictorio fenómeno que el anecdotario social reflejó en forma cotidiana pero ahora mostró nuevos detalles: “En cuanto a la realización de salidas recreativas permitidas, los grupos etarios más pequeños refirieron querer hacerlas (81,5 %), así como también un 54 % de los de 6 a 11 años. En cambio, 6 de cada 10 adolescentes eligieron permanecer en su hogar“.
Todo esto no es nuevo: según se lee en el trabajo de la SAP, “a lo largo de la historia, se han hecho cuarentenas en respuesta a epidemias y se sabe que es una experiencia psicológicamente estresante. Con respecto a los niños, es conocido que la falta de escuela y las interrupciones en la rutina podrían tener impactos negativos en su salud física y mental. Además, los padres también pueden transmitir su angustia y practicar comportamientos parentales inapropiados, lo que podría contribuir al desarrollo de síntomas de estrés postraumático en los chicos”.
Para la doctora Graciela Suárez, Jefa de la Unidad de Internación en Pediatría en el Hospital Fernández, “recién ahora estamos viendo las primeras consecuencias de lo que dejó la pandemia en la sociedad y en los chicos, desde el punto de vista psicológico. Y algunas cosas que estamos notando ahora es una eclosión de casos -que a veces deben ser resueltos con internación-, de muchas patologías relacionadas a temas psicosociales”. Por ejemplo, refieren las expertas, en su servicio aumentaron las consultas relacionadas con intentos de suicidio, abusos sexuales. maltrato y uso de drogas.
Algo que ayuda a explicar esta tendencia es que “antes de la pandemia muchas de estas situaciones sociales eran detectadas en la escuela. Pero al no haber clases, los signos pasaron desapercibidos y eventualmente saltan ya más avanzados y en el entorno de una consulta médica”. Suárez también recordó que cambiaron las formas cotidianas del entorno en todo sentido: desde la asistencia regular a la escuela, a su forma de comer -que mucha veces sumó el “picoteo” a toda hora y un aumento del sedentarismo-. Y, por supuesto, mayor tiempo de uso de las pantallas.
TUVIERON REGRESIONES
“Desde el punto de vista emocional estamos viendo con mayor frecuencia conductas muy regresivas, especialmente entre los más chiquitos. Tras la pandemia notamos retrocesos en situaciones de hábitos que ya habían desarrollado y logrado. Pero muchos chicos retrocedieron”, dijo la licenciada Nora Koremblit de Vinacur, exsecretaria del Departamento de Niños y Adolescentes en la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Y agregó: “esto se nota también en lo relacionado con los trastornos del lenguaje y se percibe en la gran demanda de profesionales de fonoaudiología. Por otra parte, también estamos viendo muchas problemáticas relacionadas con la ansiedad, algo que expresan los chicos, pero también sus padres y hasta los maestros y autoridades de las propias instituciones escolares”.
Según esta profesional lo que se percibe es una cierta desesperación de las familias ante algunas conductas y cambios de sus hijos.
“Muchos se sienten sobrepasados y no saben cómo responder y por eso buscan respuestas o tratamientos”. Pero la experta de APA tranquiliza: “hay que evaluar cada caso y cada niño porque también es cierto que muchas de estas situaciones anómalas son transitorias y basta con acompañar el proceso sin necesidad de hacer alguna intervención demasiado específica”. Y la psicoanalista recomendó bajar la ansiedad, haciendo siempre la consulta precautoria, pero entendiendo que algunos de los fenómenos y conductas que se exhiben en estos momentos pueden ser transitorios.
“Todavía no tenemos claro lo que dejará la pandemia en términos de salud psíquica. Pero siendo una catástrofe de nivel mundial sería difícil que la salud mental salga totalmente indemne en medio de un contexto significativo de alteraciones y de muertes”, dijo la psicóloga Julieta Calmels, Subsecretaria de Salud Mental de Provincia de Buenos Aires. De todos modos, la experta agregó que “como terminará impactando y que huellas dejará la pandemia en la salud mental es algo que aun está abierto a la discusión, porque si bien se ven alteraciones y hay una mayor prevalencia de malestares en diversos aspectos emocionales tanto en chicos como en adultos, tenemos que ser cautelosos antes de pensarlos como diagnósticos de psicopatología”.
CONSEJOS PARA MEJORAR
Ante la pregunta de que es posible hacer para contener y revertir estas situaciones, la opinión de los expertos afirma que, obviamente, depende. Los profesionales deberán analizar el tipo de terapia que pueda necesitar cada chico. “Pero una de las cosas recomendables es volver activamente a realizar los controles de salud periódicos“, recomiendan las pediatras. Y agregaron que “a muchas familias les está costando retomar los controles y siguen incluso prefiriendo el chat. Pero en pediatría la consulta presencial es clave porque puede detectar síntomas en forma precoz y recomendar pequeñas intervenciones que ayuden a prevenir problemas de desarrollo.
También proponen que para trabajar con los chicos se instrumenten más acciones, programas y terapias que tengan que ver con el juego. Y no se olvidan de intentar resolver el tema de los profesionales que trabajan con menores pero que aún siguen haciéndolo en forma virtual: “sería bueno que psicólogos, psiquiatras, psicomotricistas, fonoaudiólogos y otros profesionales de la salud vuelvan de una vez a la atención presencial“.
Propuestas superadoras: más juegos
Más allá de que algunas de las psicopatologías que se perciben entre los chicos puedan ser más o menos transitorias, todos consideran que el estado debe intervenir en ese sufrimiento, “construyendo puentes y espacios de escucha para hacer una apuesta colectiva a la elaboración de la pandemia”, explicó la psicóloga Julieta Calmels, Subsecretaria de Salud Mental de PBA. “Tenemos planeados talleres para adolescentes que se brindarán en las escuelas secundarias, coordinados por especialistas. Empezamos priorizando a los chicos de tercer año, uno de los grupos más afectados. Allí se hablará de salud mental, de consumos y se intentará repasar como estuvieron en estos dos años, hablar de lo que nos pasó y cómo estar mejor”. La funcionaria también recordó que tienen en marcha un plan para la infancia temprana y juventud, “un área descuidada antes de esta administración y para la que diseñamos herramientas para usar en clubes, asociaciones y barrios. Y suma elementos pensados para recurrir a estrategias lúdicas como otra herramienta en los abordajes”.
Enrique Garabetyan
Twitter: @egarabet
* Las imágenes de Neomundo se capturan y editan con un dispositivo Motorola One “Fusion“