- Según un estudio reciente de la Academia Americana de Medicina del Sueño.
- Dormir más se asocia a sobrepeso, posible diabetes y un peor funcionamiento del sistema inmune.
“Apesar de que llevamos más de 20 años juntos y que no voy a negar que hay noches -bastantes- en las que preferiría que no me despierte cuando se acuesta o ver mis series ‘de desenchufe’ sin que me las critique por pasatistas, si me voy de viaje por trabajo o con amigas y no estoy con él, a la tercera o cuarta noche ya me cuesta dormir. Es como un síndrome de Estocolmo”, se ríe María José, que está con Alejandro desde fines de sus veinte -ambos promedian los cuarenta y tantos- y reconoce que prefiere, a pesar de horarios descoordinados y algunas desinteligencias logísticas, dormir con su pareja que sin él.
También es cierto que, cada vez más, hay parejas estables y duraderas que prefieren, luego de mucha convivencia, separar los cuartos y las camas para descansar mejor.
Sin embargo, lo que muchos intuían, nuevos estudios científicos le están dando forma y argumentos sólidos: un reciente estudio llevado adelante por una institución estadounidense que estudia el sueño consultó a 1007 adultos para preguntarles cómo descansaban… y con quién.
El resultado -si bien puede una coincidencia y no necesariamente una causalidad– resultó contundente: quienes compartían su cama con su pareja afectiva, o en el contexto de una relación romántica, durante la mayoría de sus noches, aseguraron que sufrían menores porcentajes de insomnio severo, que se despertaron menos fatigados y, en promedio, disfrutaban mejor de su tiempo de descanso.
Todo eso se verificó haciendo esas mismas preguntas sobre calidad del sueño a personas que no compartían la cama con su pareja.
El trabajo se presentó hace unas semanas en el evento Sleep 2022, una reunión académica que organiza la Academia Americana de Medicina del Sueño y se publicó en la revista científica especializada Sleep.
Para definir “compartir la cama” se evaluó la respuesta sobre la frecuencia de dormir juntos en los 30 días anteriores. Y respecto al beneficio de hacerlo con el compañero afectivo se lo comparó con quienes relataron su percepción al dormir con sus hijos, con una mascota, con otro miembro de la familia y también con quienes duermen solos. Eso no fue todo: los resultados mostraron que dormir en pareja se asoció a puntajes más bajos en las tablas que miden nivel de depresión, ansiedad y estrés.
Mientras tanto, dormir en soledad se asoció con puntajes más altos de depresión y con una menor satisfacción con las relaciones sociales.
“Hay estudios anteriores que muestran resultados similares. De hecho, mucha gente al hacer una valoración subjetiva, afirma que duerme mejor cuando está con su pareja. Suelen relatar que sufren menos insomnio, que se duermen más rápido y despiertan menos fatigados”, dijo a PERFIL Sofía Luján, neuróloga del equipo del laboratorio de sueño de FLENI. Y agregó: “Pareciera que en pareja se duerme con mayor confort y calma y eso genera un bienestar subjetivo”.
Pero la experta aclara un fenómeno particular: “Cuando a esas mismas personas se les hace un estudio objetivo sobre su calidad de sueño como, por ejemplo, una polisomnografía (análisis de variables fisiológicas durante el sueño, que dura toda la noche) resulta que la calidad del descanso de quienes duermen de a dos es menor y atraviesan una mayo cantidad de ‘microdespertares’”. O sea, se verifica una contradicción entre la percepción de las personas sobre su buen descanso y los parámetros objetivos que indican lo contrario.
Algo similar explicó la neuróloga Stella Maris Valiensi, actual presidenta de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño. “Este tipo de encuestas también se hacen con personas que comparten la cama y el descanso con sus mascotas.
Y, tal como ocurre con quienes duermen en pareja, los resultados muestran que, en esos casos, la gente siente satisfacción y una sensación de bienestar y eso parece explicar una mejora en cómo perciben el descanso”, sugirió Valiensi.
Deterioro del descanso
Esta sensación personal se enmarca en un contexto de deterioro de la calidad del descanso que ya lleva varias décadas. “Hace años que la asociaciones de profesionales especializadas están haciendo campañas sobre la importancia del buen descanso y su influencia en la salud general”, destacó Valiensi, que también es autora del libro La ruta del sueño, publicado por la editorial del Hospital Italiano. Y, según sus datos, en los últimos años -también impulsado por la situación pandémica- el déficit en la cantidad y calidad de sueño saludable siguió agravándose.
“Cuando comenzó el aislamiento en 2020, la gente tuvo más tiempo para dormir sobre todo al tener que viajar menos. Además se “corrió” el horario de sueño: dormíamos y nos levantábamos más tarde”, contó Luján.
“Pero en cuanto a calidad de ese descanso, la pandemia generó un impacto negativo: en dos encuestas específicas que se hicieron sobre el tema, los consultados informaron que se despertaban más veces por noche, o que dormían con menos “calidad” que antes de 2020”.
Las causas de porque dormimos peor
Entre las posibles razones que explican este deterioro los expertos mencionan el fuerte incremento diario en el uso de dispositivos del tipo celulares, tablets, TVs y PCs, cuyas pantallas “emiten un tipo de luz azul cuya frecuencia interfiere con la generación de melatonina, una hormona cuya concentración se asocia con el buen sueño.
O sea que el uso intenso de estos dispositivos, especialmente durante las horas nocturnas, aportó al detrimento de la calidad del dormir porque la luz que emiten suma latencia al sueño (se tarda más en conciliarlo) o, durante el descanso, la persona atraviesa más “micro-despertares” y su sueño termina siendo menos profundo”. Esta situación no solo afecta al descanso. Dormir menos horas de lo recomendado, o tener en forma crónica un sueño de mala calidad, genera deterioros físicos concretos.
“La privación de sueño se asocia a problemas de atención cognitiva y a un menor rendimiento social y laboral. También genera una mayor tasa de accidentes”, enumeró Luján. Y Valiensi, sumó que esa situación también afecta al metabolismo general y genera un mayor riesgo de que la persona que no descansa bien sume sobrepeso y, por lo tanto, tenga más probabilidad de desarrollar una diabetes. Por otra parte, también se ha comprobado que deteriora la efectividad del sistema inmune. Algo que, justamente, en tiempos donde aun se extiende la pandemia, debería sumar otro motivo para descansar mejor.
Consejos para despertar bien
◆ Respetar los mismos horarios de sueño durante los días de la semana y también los feriados.
◆ Disponer un espacio oscuro y silencioso para el descanso.
◆ Evitar tomar bebidas estimulantes (mate, té, café, gaseosa) desde al menos 2 horas antes.
◆ Evitar actividad física intensa al menos 3 horas antes.
◆ Minimizar el uso de dispositivos y pantallas varias horas antes de acostarse.
◆ Si se elige tomar alguna tisana (tilo, valeriana, manzanilla) que pueden contribuir al sueño, hacerlo siempre en cantidades moderadas para que no estimulen las ganas de orinar.
◆ Dormir, en lo posible de costado, la postura que se considera como la más saludable.
◆ Incluso se puede colocar una almohada entre las rodillas (una buena excusa para hacer “cucharita”).
◆ La privación de sueño también afecta al metabolismo general y genera un mayor riesgo de que la persona que no descansa bien sume sobrepeso, y por lo tanto, tenga más probabilidad de desarrollar una diabetes.
Enrique Garabetyan