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El etiquetado calórico hace que reduzcamos el consumo de alimentos (pero en forma leve)

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El 50 % de la energía calórica diaria de los chicos proviene de alimentos ultaprocesados.
El 50 % de la energía calórica diaria de los chicos proviene de alimentos ultaprocesados.
  • Una revisión Cochrane indica que informar de las calorías en los menús y los alimentos facilita que las personas tomen menos calorías, aunque no es la panacea.
     
  • El efecto de la información calórica es modesto, pero los pequeños cambios diarios en el consumo de calorías podrían tener efectos significativos si se mantienen a largo plazo

Una nueva revisión Cochrane que repasa diversos estudios científicos encontró que el etiquetado calórico de los alimentos en los menús y en los productos hace que los consumidores personas elijan “ligeramente” menos calorías.

El equipo de investigación que buscaba alguna conclusión sobre esto estuvo dirigido por científicos de la University College de Londres (UCL) y otras universidades británicas. Y examinaron la evidencia de 25 estudios sobre el efecto del etiquetado calórico en la selección y el consumo de alimentos.

¿Qué encontraron?

Que las etiquetas calóricas en supermercados, restaurantes y otros puntos de venta de alimentos dieron lugar a una pequeña reducción de las calorías que seleccionaron y compraron las personas. La reducción media fue del 1,8 %, lo que equivaldría a 11 calorías en una comida de 600 calorías, o alrededor de dos almendras.

Los pequeños cambios diarios en el consumo de energía podrían tener efectos significativos si se mantienen a largo plazo, y la mayoría de los adultos tienden a aumentar de peso con el paso del tiempo. Un informe del gobierno del Reino Unido calculó que el 90 % de las personas de 20 a 40 años en Inglaterra engordarán hasta 9 kg en 10 años, y que la reducción de la ingesta calórica diaria en 24 calorías por día (aproximadamente el 1 % de la ingesta recomendada para los adultos) evitaría este aumento.

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“Nuestra revisión sugiere que el etiquetado calórico da lugar a una reducción moderada de las calorías que compran y consumen las personas”, afirma su autor principal, Gareth Hollands, del UCL Social Research Institute, también profesor sénior visitante de la Universidad de Cambridge.

“Esto podría repercutir en la salud a nivel de la población, pero el etiquetado calórico claramente no es la panacea. La versión anterior de esta revisión de 2018 informó sobre un efecto posiblemente mayor, pero no fue concluyente por la significativa incertidumbre sobre los resultados. Esta actualización ha reducido esa incertidumbre y ahora podemos afirmar con confianza que es muy probable que haya un efecto real, aunque modesto”.

Como fue el estudio

La nueva actualización recopila la evidencia de 25 estudios con importante énfasis en contextos de condiciones reales, ya que 16 de los estudios se realizaron en restaurantes, cafeterías y supermercados. Los estudios analizados incluyeron a más de 10 000 participantes de países de ingresos altos, incluidos Canadá, Estados Unidos, Francia y Reino Unido. Solo dos de los estudios incluyeron bebidas alcohólicas y sus resultados fueron demasiado inciertos para sacar conclusiones significativas.

Efecto en la salud pública

“Esta revisión refuerza la evidencia de que el etiquetado calórico puede conllevar reducciones pequeñas pero consistentes en la selección calórica”, afirma su autora principal, Natasha Clarke, de la Universidad de Bath Spa, que comenzó el proyecto en la Universidad de Cambridge. “Aunque el efecto general sobre las comidas individuales o la compra de alimentos pueda ser moderado, la evidencia es sólida. El efecto acumulativo a nivel poblacional podría suponer una importante contribución a la salud pública, especialmente a medida que el etiquetado calórico se generalice”.

Aunque el etiquetado calórico parece prometedor, aún existen dudas acerca de su posible efecto en las personas con riesgo de trastornos alimentarios. La revisión detectó que faltan datos en los estudios incluidos sobre los posibles efectos perjudiciales, incluidas sus repercusiones en la salud mental, y los autores recomiendan que los futuros estudios evalúen esta variable.

“El etiquetado calórico para reducir las calorías que consumen las personas sigue siendo algo polémico, tanto en cuanto a si tiene algún efecto como a si los posibles beneficios superan los posibles riesgos o daños”, añade Gareth. “Ahora podemos afirmar con una confianza considerable que tiene un efecto pequeño, pero potencialmente importante en la selección alimentaria de las personas. Por lo tanto, el etiquetado podría ser útil, idealmente junto con un conjunto más amplio de estrategias que atribuyan más responsabilidades a la industria que a los individuos, como impuestos, restricciones de comercialización y reformulación. Sin embargo, no debemos esperar milagros, y cualquier implantación del etiquetado calórico debe sopesar los muchos efectos positivos y negativos posibles de dichas políticas”.